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Cuba: coraje y valor

Las grandes victorias política-militares y diplomáticas de la Revolución Cubana. II Parte

Desde San José de Costa Rica hasta Playa Girón: Las grandes victorias política-militares y diplomáticas de la Revolución Cubana. II Parte

Por Orlando Cruz Capote

Eisenhower y Kennedy: Playa Girón, el gran fracaso estadounidense. (1)

En 1961 la Revolución Cubana iba a ser causa de grandes movilizaciones en su apoyo en el seno de las sociedades latinoamericanas y no solo en los sectores de los obreros, campesinos e intelectuales, sino en las bases campesinas, agrupaciones juveniles y estudiantiles e incluso entre algunos elementos nacionalistas de los ejércitos de América Latina y el Caribe. Esas fuerzas iban a mostrar su nivel de decisión en el primer cuatrimestre de ese año. Nunca antes la Revolución había estado tan acompañada en la esfera regional e internacional. Y aunque estos acontecimientos fueron tomados o aprovechados por los gobiernos de la región latinoamericana-caribeña para acusar a Cuba de “ayudar a los revoltosos”, la idea no prosperó porque EE.UU. quería ante todo “ocultar el entrenamiento de los mercenarios cubanos", principalmente en Guatemala y Nicaragua. No obstante, las autoridades de Washington enviaron dos portaviones y otras fuerzas militares de tarea (unidades aéreas y anfibias) para apoyar a los regímenes de estas dos naciones ante la posibilidad de rebelión en el interior de sus sociedades.

Mientras, la escalada contra la Revolución Cubana tomó, desde finales de 1960 y mediados de 1961, ribetes dramáticos no solo en el plano externo sino en la proliferación de numerosas bandas contrarrevolucionarias en el interior del país. En la propia medida en que la Revolución se fortalecía internamente y su proyección internacional se abría paso entre innumerables obstáculos, el Gobierno de los EE.UU. instruía a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) sobre la necesidad de acelerar los planes subversivos y de desestabilización en la Isla. A esta actividad se sumaron algunos gobiernos de la zona, principalmente los centroamericanos.

Como ya hemos expresado, desde marzo de 1960 el presidente D. W. Eisenhower dio instrucciones para la organización y preparación de una fuerza mercenaria. La misma desde fines del primer semestre tuvio como bases de entrenamientos los campamentos en la Florida, en EE.UU., en la finca Helvetia, en el Departamento de Retalhuleu, en Guatemala y en Puerto Cabezas en Nicaragua. En la XV Asamblea General de la ONU, a la que hemos hecho referencia anteriormente, el canciller cubano acusó en varias ocasiones, con datos precisos, la participación del régimen guatemalteco en las acciones hostiles contra Cuba. Así el 7 de octubre, Roa en el plenario de las Naciones Unidas dijo que “[...] Es notorio el arribo constante a Guatemala, por distintas vías, de aventureros y mercenarios de toda laya contratados por agentes contrarrevolucionarios cubanos y norteamericanos, los cuales son inmediatamente concentrados en campos de entrenamiento militar. Uno de estos campos está situado en la finca Inca de la United Fruit Company, muy cercana a la frontera con Honduras [...] En la finca Helvetia, [...] adquirida recientemente por Roberto Alejo, hermano del embajador de Guatemala en los Estados Unidos [...] están recibiendo entrenamiento especial numerosos exiliados y aventureros de Puerto Rico, bajo el mando de militares norteamericanos. El número total de extranjeros asciende a 185, de los cuales 45 son norteamericanos. En la citada finca, se ha construido una pista de aterrizaje de concreto, con hangares subterráneos y se está construyendo una carretera hacia la costa del Pacífico. Se han instalado, además, aparatos de detención [...] En el aeropuerto de la Aurora se han visto aviones de bombardeo con insignias cubanas. Es rumor público que tienen la doble misión de servir para agredir a Cuba o para simular una agresión cubana contra Guatemala. Este plan fue denunciado, hace pocas semanas, en la propia Guatemala, por adversarios políticos del Gobierno”. (Réplica al delegado de Guatemala, 7 de octubre de 1960, XV Asamblea General de la ONU, Raúl Roa. Canciller de la Dignidad, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1986, pp. 164-165).

No pudo haber lugar a dudas. Los propios medios de prensa norteamericanos y de algunos países de América Latina y el Caribe brindaron abundante información sobre los preparativos de la invasión. El carácter abierto de la agresión formó parte del cinismo y la seguridad por parte de los EE.UU. y sus seguidores de que si se desarrollaba la misma, la Revolución Cubana iba a ser seguramente destruida.

En Cuba, por otra parte, desde el mes de septiembre de 1960 se desplegó la primera fase de la Limpia del Escambray. (2)

Esta operación en la zona central de la Isla, dirigida por el Comandante Manuel “Piti” Fajardo en un primer momento hasta su muerte en noviembre, y luego por el también Comandante Dermidio Escalona, dio lugar a enfrentamientos entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias, la Seguridad del Estado del Ministerio del Interior y las Milicias Nacionales Revolucionarias (MNR) contra los bandidos al servicio de una potencia extranjera. En realidad, para estar a tono con la verdad histórica, el pueblo uniformado tuvo prácticamente que ir en busca de estos bandidos contrarrevolucionarios y cercarlos, pues los mismos evitaron a toda costa una confrontación frontal con las fuerzas esenciales de la Revolución, porque más bien se dedicaron a la espera de la anunciada invasión y, mientras tanto, llevaron a vías de hecho asesinatos de campesinos, brigadistas alfabetizadores, sabotajes, ataques a granjas y pequeños propietarios, además de practicar la presión, el chantaje y el soborno para buscarse una ínfima base social de apoyo para sus acciones. Dicha operación de limpieza culminó en su primera etapa, en marzo de 1961, en la que miles de combatientes de todas las provincias del país, principalmente de la capital, y colaboradores campesinos y trabajadores de esa región se incorporaron a la lucha para aplastar ese foco contrarrevolucionario. Cerca de 1 200 bandidos fueron liquidados y con ello se logró evitar cualquier posible apoyo interno a la futura invasión mercenaria. (En, Tomo V Historia de la Revolución Cubana, Op. Cit.)

La situación en las ciudades era también tensa aunque se mantenía el control por parte de las organizaciones revolucionarias. Sin embargo, las ideas anticomunistas y el comportamiento contrarrevolucionario pronorteamericano encontró en el sector retrógrado de la jerarquía católica a uno de sus más fieles aliados. La lucha de clases engendró una enconada lucha ideológica en el seno de la sociedad entre gran parte de esa dirección eclesiástica (católica, apostólica y romana) (3) y la mayoría del pueblo. Muy enconado fue el enfrentamiento en los centros estudiantiles y, especialmente, en la Universidad Católica de Santo Tomás de Villanueva. Esa confrontación, evitada todo el tiempo por la dirección de la Revolución, se situó en uno de los primeros planos políticos en los años 1960 y 1961. A finales de 1960, aconteció el clímax del choque entre ambas posiciones que, aunque pareciera limitado al ámbito filosófico e ideopolítico, escondía intereses económicos, financieros y una pretendida, y auto-estimada además, “influencia social” perdida desde hacia algún tiempo por parte de la iglesia. Sobrestimando su fuerza en los sectores juveniles y estudiantiles, la jerarquía católica en su pastoral titulada “Roma o Moscú”, (María del Pilar Díaz Castañón Ideología y Revolución. Cuba, 1959-1962, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2001, pp. 289-295), de noviembre de ese año, urgió a los fieles a elegir a favor de la Revolución o contra de ella. Y estos, naturalmente, no eligieron entre una Roma distante y un Moscú también lejano pero cercano en la solidaridad hacia la nación cubana, por lo que optaron con pasión y razón por una Revolución que había ofrecido ya a esas alturas, beneficios inconmensurables a todos los ciudadanos. Pero ese enfrentamiento interno y estimulado desde el exterior fue sobredimensionado en el ámbito regional y Cuba fue acusada en la OEA de violar los derechos humanos acerca de la libertad religiosa.


Sin embargo, el hecho más significativo desde el punto de vista internacional de principios de 1961, fue el rompimiento de relaciones diplomáticas y consulares del Gobierno de los Estados Unidos con el Gobierno Revolucionario de Cuba el 3 de enero. (The Department of State Bulletin, Vol. XLIV, No. 1126, Washington, D.C., enero 23 de 1961, pp. 103-104). La nota cubana que reducía el personal norteamericano a 11 diplomáticos -de cerca de 300 que realizaban labores de espionaje- en su embajada en La Habana fue el pretexto para tal acción. La medida fue en respuesta a una acción similar iniciada por EE.UU., (aunque Cuba nunca tuvo cientos de funcionarios en Washington) pero la verdadera causa del fin de las relaciones era que se aproximaba el momento de la acción armada contra la Revolución. Un diario norteamericano conocedor del proceder internacional de esa nación lo reflejó directamente: "De acuerdo con las tradiciones norteamericanas la ruptura de relaciones diplomáticas es un acontecimiento inusitado que se realiza como precursor de hostilidades". (Herald Tribune, 8 de enero de 1961, Miami, Florida, p. 2). Ni siquiera la prensa norteña estuvo en esta ocasión equivocada.

El 3 de febrero de ese año, el Departamento de Defensa de los EE.UU. recibía de la CIA la petición de que evaluara el Plan Trinidad. Ello era una indicación directa del recién elegido Presidente de ese país John F. Kennedy. Posteriormente, ante las diferentes opiniones existentes que analizaron los pro y los contra del plan, se realizaron reuniones en el seno del Departamento de Estado y otras dependencias del gobierno, consultándose a altos funcionarios acerca de la viabilidad de la posible acción armada mercenaria y las posibilidades del éxito. La variedad de documentos, consultados por este autor, permite detenernos en uno de ellos, en que dos dirigentes se contradicen y dicen algunas verdades inusitadas (objetivas, para una autoridad de ese nivel) junto a las consabidas medias mentiras.


Richard Bissell, uno de los directivos de la CIA, opinó que “[...] Por supuesto, Cuba nunca representará una amenaza directa para Estados Unidos y no es probable que Cuba intente también invadir abiertamente a otro país latinoamericano, ya que Estados Unidos podría entrar en el conflicto del lado del país invadido y lo haría casi con total posibilidad. De todas formas, en la medida en que Castro continúe estabilizando su régimen, obtenga armamento más avanzado y entrene más a sus milicias, Cuba constituirá una base eficaz y bien defendida para las operaciones soviéticas y la expansión de la influencia de ésta en el hemisferio occidental. A partir de Cuba se pueden suministrar armas, dinero y apoyo de organización y de otros tipos a los dirigentes y grupos disidentes de toda América Latina para crear inestabilidad política, incitar el comunismo, debilitar el prestigio de los Estados Unidos [...] la llegada de Castro ha ofrecido a los comunistas una base propicia para la propaganda y la agitación en el resto de América Latina y un ejemplo sumamente explotable de conquistas revolucionarias y de enfrentamiento exitoso a Estados Unidos”. En el mismo memorando, Thomas Mann, Secretario Auxiliar del Departamento de Estado, acotaba sin ambages que, ante la agresión, “[...] Habría que esperar que el régimen de Castro inste a los otros estados americanos [...] a que lo ayuden a rechazar el ataque y solicite al Consejo de seguridad [...] que adopte medidas [...] Sería por tanto en extremo difícil lidiar con las maniobras diplomáticas de Castro en este sentido [...] Y lo que es más importante, la mayoría de los pueblos de América Latina estarían en contra de la operación y cabría esperar que los comunistas y castristas organizaran y dirigieran manifestaciones destinadas a provocar el derrocamiento de nuestros gobiernos amigos. En el mejor de los casos, se perjudicaría nuestra postura moral en todo el hemisferio.” (Memorandum para el Presidente de McGeorge Bundy, 18 de febrero de 1961. Biblioteca Kennedy, Memorandum for the President, 18 de Feb. 1961, NSF, Caja 35. En Tomás Diez La Guerra Encubierta contra Cuba. Documentos desclasificados de la CIA, Editora Política, La Habana, 1997, pp. 64-64).


El 15 de marzo, luego de variadas discusiones es aprobado definitivamente el Plan Pluto y su variante Zapata, y con ello se le daba luz verde a la invasión militar mercenaria contra Cuba por Playa Girón o Bahía de Cochinos. Las élites de poder norteamericanas decidieron derrotar al Gobierno Revolucionario a través de la vía militar. El nuevo Presidente de los EE.UU. John F. Kennedy que heredaba el plan de invasión de Eisenhower no tuvo la valentía y responsabilidad de voltear la maquinaria bélica enfilada contra Cuba. Aunque dicho proyecto de ataque estaba muy avanzado a finales de 1960, en la propia campaña electoral Kennedy se pronunció por realizar variaciones en su política con respecto a La Habana pero, en realidad, en los últimos días de su labor política para alcanzar el poder, habló de que estaba dando una alta prioridad al asunto de Cuba y de la "exportación de su Revolución" hacia toda América Latina. Así, posterior e inmediatamente a su triunfo John F. Kennedy decidió apostar por la invasión armada mercenaria.


Sin embargo, antes del rompimiento de las relaciones, el Comandante en Jefe Fidel Castro había pronunciado un discurso el 2 de enero de 1961, en la Plaza Cívica de La Habana, ante un millón de mujeres y hombres en el cual, junto a la decisión cubana de luchar ante una agresión norteamericana, daba “un margen de duda” acerca de la política del nuevo mandatario estadounidense J. F. Kennedy al expresar que “[...] El peligro que se cierne sobre la patria no acobarda, sino que enardece al pueblo; esperemos confiados cualquier eventualidad; por cruel y traicionero que pueda ser el zarpazo, no nos intimida. Viviremos días de peligro, de verdadero peligro, y la responsabilidad no será solo de esta administración (Eisenhower), sino que será también del Presidente electo de los Estados Unidos, porque si cree que va a descargar la responsabilidad sobre la Administración actual, nosotros denunciamos que cualquier agresión no se llevaría a cabo sin la complicidad de los nuevos gobernantes [...] Nosotros esperamos de la nueva Administración algunas rectificaciones; nosotros sabemos que las circunstancias políticas y del mundo y las circunstancias del cambio que va a tener en los Estados Unidos, obliga a la nueva Administración a una política más sensata y más serena, si no quiere llevar al mundo a una verdadera hecatombe y a un holocausto apocalíptico. El mundo tiene derecho a esperar que haya un mínimo de sensatez en esos hombres, y el mundo tiene derecho a esperar que estos 18 días transcurran sin que la podrida dirigencia de la actual Administración lleve a los Estados Unidos al más criminal, al más vergonzoso, al más cobarde y al más repugnante de sus actos”. (Fidel Castro Ruz Discurso pronunciado en la Plaza Cívica de La Habana, el 2 de enero de 1961, Periódico Revolución, 3 de septiembre de 1961, pp. 1-4).


Por su parte la cancillería cubana, después del rompimiento de relaciones, retomó de nuevo la iniciativa en las Naciones Unidas y denunció en el Consejo de Seguridad, en reiteradas ocasiones, las intenciones agresivas e intervensionistas de los EE.UU. El ministro cubano Raúl Roa lo realizó el día 4 de enero de 1961, aclarando que “[...] Nadie se llame a engaño al respecto. Cuba puede ser invadida por la Infantería de Marina norteamericana y los criminales de guerra cubanos y mercenarios alquilados por la Agencia Central de Inteligencia; pero sépase, también, que su gobierno y su pueblo están decididos a repelerla con todos los recursos a su alcance. Cuba no está sola. Y, si su suelo es hollado, el Gobierno Revolucionario y el pueblo cubano tendrán la ayuda, el apoyo y el respaldo de quienes se han comprometido, espontáneamente, a defender su independencia, autodeterminación, soberanía e integridad territorial [...]”. (Raúl Roa García Fundamentos, cargos y pruebas de la denuncia de Cuba, Consejo de Seguridad de la ONU, enero 4 de 1961, en Raúl Roa. Canciller de la Dignidad, Op. Cit., pp. 183-187).


En otro momento de su intervención el canciller cubano ponía al desnudo las falacias y las presiones de Washington para obligar a tomar parte en la cruzada anticubana a gobiernos del continente al declarar que “[...] La diplomacia norteamericana, empeñosamente dedicada a torcer el camino de la liberación de Cuba, ha logrado ya que gobiernos títeres le hagan el juego, abiertamente, a sus turbios planes. La Guatemala de Idígoras, el Paraguay de Stroessner, la Nicaragua de los hermanos Somoza, la República Dominicana de Trujillo y el Perú de Prado y Beltrán, han obedecido sumisamente, las órdenes bruscas emanadas de la ciudad del Potomac [...]” Y refiriéndose al porqué Cuba resistía aclaró que “[...] debe su sobrevivencia, en esta coyuntura trascendental de su historia, en primer término a la determinación inquebrantable del Gobierno Revolucionario y al coraje prodigioso de su pueblo, y en segundo término, a los países y pueblos que acudieron en su ayuda sin imponerle sometimiento ni compromisos políticos. Cuba pudo salvarse de la catástrofe económica a que la condenó el Gobierno de los Estados Unidos y la Revolución proseguir su marcha, debido, en apreciable medida a la cooperación económica, comercial y técnica de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la República Popular China, Checoslovaquia, Polonia, Yugoslavia, la República Árabe Unida, Japón y Canadá, y como estímulo, contó y cuenta con la solidaridad y el apoyo de todos los pueblos de América Latina, África y Asia. Repito: Cuba no está sola. Y, asimismo, repito: Cuba peleará hasta vencer o morir, y peleará acompañada. No quisiéramos provocar el suicidio de la humanidad; pero, de estallar una conflagración atómica como consecuencia de su intervención militar en Cuba, la responsabilidad caerá, por entero, en el Gobierno imperialista y reaccionario del general Eisenhower”.


El propio presidente norteamericano J. F. Kennedy, en su primera intervención oficial como mandatario, expuso que se hacía necesario comenzar de nuevo, recordando a ambas partes que la civilidad no es un signo de debilidad y la sinceridad tiene que estar sujeta siempre a prueba, y que la negociación no se debía realizar por temor pero que no había que temer negociar. Aunque advirtió, en ese mismo discurso del 20 de enero, que "[...] todos nuestros vecinos sepan que estaremos con ellos para oponernos a la agresión y a la subversión en cualquier parte de América y que todas las potencias sepan que este Hemisferio tiene toda intención de seguir siendo el amo en su propia casa." (The Kennedy Presidential Press Conferences, Library of Congress Cataloguing Publication Data, Earl M. Coleman Enterprises, Inc, Publishers, New York, 1978, p. VI). Pero en su Informe ante el Congreso de los EE.UU., retomó la idea de no resolver las diferencias con Cuba mediante negociaciones bilaterales ya que era imposible y afirmó que no negociaría "la dominación comunista" en el Hemisferio, comprometiéndose a trabajar con los demás gobiernos para librar a América de esa expansión extranjera que había establecido una base en Cuba. Del discurso retórico, Kennedy regresó al lenguaje más agresivo.


Los acontecimientos que propiciarían la invasión a Cuba se precipitaron. En los sondeos realizados en la OEA, el Gobierno de los EE.UU. pudo comprobar que no reunía aún los tres cuartos de gobiernos-votos para separar a Cuba de ese organismo. Por otra parte, como ya explicamos, la contrarrevolución interna recibió duros golpes en los tres primeros meses de 1961 por parte del pueblo uniformado. Y un tercer elemento fue que los preparativos estaban tan avanzados y tan escandalosamente conocidos, que la propia prensa norteamericana y de Centroamérica se encargaron de divulgarlo sin ningún recato. El 3 de abril se publicó, por el Departamento de Estado, el llamado “Libro Blanco” en el cual se repitieron las ya viejas tesis que Cuba planteaba un reto muy serio al Hemisferio Occidental y que la Revolución Cubana había sido traicionada. (4) El 11 de ese propio mes Cuba era acusada por Guatemala de preparar un complot para derrocar al gobierno de ese país y que por ese motivo se preparaban en los campamentos militares fuerzas del ejército -los mercenarios cubanos con asesoría yanqui- para repeler la invasión cubana. Finalmente, el día 12 de abril, el Presidente John F. Kennedy, en conferencia de prensa, aseguró que bajo ninguna circunstancia habría una intervención en Cuba por fuerzas de los Estados Unidos y que ningún norteamericano estaría involucrado en acciones dentro de la Isla. La campaña de desinformación parecía llegar a su fin.


El colofón de las mentiras del gobierno norteamericano sucedió, finalmente, el día 15 de abril de 1961, cuando aviones B-26, de fabricación norteamericana, provenientes de ese país y de naciones centroamericanas, bombardearon simultáneamente las bases aéreas de San Antonio de los Baños, de Ciudad Libertad en La Habana y la de Santiago de Cuba, en Oriente y el embajador estadounidense en la ONU aseveró que eran aeronaves de la propia Fuerza Aérea Revolucionaria. Fue el preludio de la invasión militar mercenaria apoyada por buques de la armada estadounidense.


La batalla política-diplomática de Girón.


El propio 15 de abril el jefe de la diplomacia cubana solicitó la palabra en la Asamblea General de la ONU, no por ser de orden formal, sino de orden vital para ese organismo encargado de conocer todas las cuestiones que afectan a la paz y la seguridad internacionales y acusó, "[...] ante el más alto foro de las Naciones Unidas y la opinión pública mundial, al Gobierno imperialista de los Estados Unidos de ser el máximo responsable de ese brutal atentado a la integridad territorial, independencia y soberanía de Cuba, que pone en gravísimo riesgo la paz y la seguridad internacionales [...]" (Raúl Roa Cuba acusa, Asamblea General, abril 15 de 1961, en Raúl Roa. Canciller de la Dignidad, Op. Cit. P. 205).


Horas más tarde, el Canciller cubano lanzaba un inolvidable discurso en la Sesión de Emergencia de la Comisión Política y de Seguridad de la ONU, en el que iniciaba su acusación formulando lo violado por los EE.UU., en la Carta de la organización mundial, y que este país continuaba una Guerra No Declarada que hacía más de un año le estaba haciendo a Cuba, añadiendo a continuación que "[...] Este es, sin duda, el prólogo de la invasión en gran escala, urdida, organizada, avituallada, armada y financiada por el Gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, con la complicidad de las dictaduras satélites del hemisferio occidental y el concurso de cubanos traidores y mercenarios de toda laya, entrenados en territorio norteamericano y en Guatemala por técnicos del Pentágono y de la Agencia Central de Inteligencia." Y culminó su intervención con la rotunda afirmación de que "[...] El Gobierno Revolucionario de Cuba acusa solemnemente al Gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica [...] de haber recurrido al uso de la fuerza para dirimir sus diferencias con un Estado Miembro de la Organización."


En una controversia política y diplomática con el representante de EE.UU. en las Naciones Unidas, Adlai Stevenson, Roa le refutó las mentiras de que los aviones eran de la “Fuerza Aérea Cubana” piloteados por miembros disidentes de la misma, señalando que en anteriores sesiones de la ONU, Cuba había advertido que en los aeropuertos militares de Guatemala, los aviones B-26 tenían los emblemas de las FAR e incluso la bandera cubana en el fuselaje, por lo que todo era un trucaje para engañar a los combatientes cubanos, a las Naciones Unidas y a la opinión pública internacional. Y al replicarle acerca de las declaraciones de John F. Kennedy de que los EE.UU. no intervendrían en Cuba expresó que "[...] de más está decir que no ofrece garantías de ninguna clase. Esas declaraciones la formulan usualmente los altos dirigentes de las potencias imperialistas y colonialistas, y en este caso sólo constituyen una cortina de humo tendida sobre la operación intervencionista que el Gobierno norteamericano está efectuando, en estos momentos, en la República de Cuba”. Tiempo después se conoció que el embajador norteamericano no conocía realmente el grado de involucramiento directo de su gobierno en los planes de invasión militar contra Cuba, elemento político que afectó su carrera hacia la presidencia de los EE.UU.


En otra parte de su intervención el canciller cubano arremetió contra las palabras afirmativas del representante de los EE.UU. acerca de que en la Isla existía una dictadura y un régimen autoritario: "[...] El señor Stevenson se ha permitido calificar de "tiránico" al Gobierno de Cuba, a sabiendas de que falsea los hechos. Permítaseme que yo, ajustándome a los hechos, califique al Gobierno de los Estados Unidos de régimen totalitario, angélicamente disfrazado de "democracia representativa".

Mientras en la Isla, la respuesta de la Revolución Cubana no pudo ser más digna y viril. Los aviones agresores fueron inmediatamente repelidos por los jóvenes artilleros antiaéreos que se llenaron de gloria en su bautismo de fuego. Siete cubanos habían caído producto de la cobarde y traicionera acción enemiga, y el 16 de abril en el sepelio de los mártires, el Comandante en Jefe Fidel Castro, proclamó ante una manifestación de habaneros armados, representativos de todos los patriotas de la nación, la decisión cubana de defender la patria, porque "[...] lo que no pueden perdonarnos los imperialistas es que estemos aquí, lo que no pueden perdonarnos los imperialistas es la dignidad, la entereza, el valor, la firmeza ideológica, el espíritu de sacrificio y el espíritu revolucionario del pueblo de Cuba [...] Eso es lo que no pueden perdonarnos, que estemos ahí en sus narices, ¡y que hayamos hecho una revolución socialista en las propias narices de los Estados Unidos! [...] ¡Y que esa revolución socialista la defendemos con esos fusiles! ¡Y que esa revolución socialista la defendemos con el valor con que ayer nuestros artilleros antiaéreos acribillaron a balazos a los aviones agresores! [...] Obreros y campesinos, hombres y mujeres humildes de la patria, ¿juran defender hasta la última gota de sangre esta revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes? (Gritos de, Sí)". (Fidel Castro Ruz Discurso en el sepelio de las víctimas del bombardeo del 15 de abril de 1961, 16 de abril de 1961. En, Discursos. Fidel Castro, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1976, pp. 32-33).


Y entonces el pueblo cubano, involucrado en la vorágine subversiva de dos años y medio de duras y dinámicas transformaciones revolucionarias y en la que fue el principal protagonista de esa hechura revolucionaria, se percata de su alta conciencia política y asimila el socialismo como un hecho normal que, sin embargo, había rechazado anteriormente por viejos prejuicios, pero que lo ha ido construyendo en la práctica cotidiana y trascendente. Es el momento de las definiciones y el héroe indiscutible es ese pueblo que trascendió lo común y se alzó con la suficiente estatura política para preparase a derrotar la invasión mercenaria y extranjera.


La batalla político-diplomática en la ONU se convertiría, ahora con una Cuba socialista, en un punto crucial de apoyo y definiciones desde el ángulo regional y mundial. Aunque tuvieron que transcurrir dos días para que se demostraran las acusaciones y las verdades de Cuba, el mundo ya estaba avisado de lo que sucedía en el Caribe. Otra vez la diplomacia revolucionaria y popular cubana tomó la iniciativa y acusó al imperialismo yanqui no solo de desarrollar planes agresivos contra la Isla sino de llevar a vías de hecho una invasión militar real contra la misma. El 17 de abril se produjo la invasión mercenaria por Playa Girón (en realidad se desembarcó por ese lugar, aunque además por Playa Larga y se produjo un lanzamiento de paracaidistas en la zona de San Blas y Tapaste). Mientras que en Cuba se combatía en sus arenas, en New York, sede de la ONU, la batalla se reanudó por la diplomacia cubana con el mismo ímpetu con que los milicianos se enfrentaban a los mercenarios. Dos escenarios, pero la misma lucha.


Ese mismo día, el Canciller cubano puso al descubierto la invasión mercenaria y presentó un largo y sustancioso alegato de defensa y al mismo tiempo acusatorio, con pruebas tangibles de las agresiones norteamericanas contra la Isla que corroboraba lo necesario y real de las peticiones cubanas en la ONU y en la OEA para evitar que el poderoso "vecino del norte" se envalentonara aún más en sus acciones hostiles e incrementara su agresividad, que ya era un hecho evidente. El canciller de la dignidad, Raúl Roa expresó indignado que "[...] En ningún caso, huelga decirlo, Cuba obtuvo garantía ni justicia de los organismos internacionales en su heroica batalla contra el imperialismo norteamericano [...] Pero, en todos los casos, [...] la diminuta y erguida patria de Martí [...] obtuvo el respaldo de la opinión pública mundial, la solidaridad de los pueblos subdesarrollados de América Latina, África y Asia, el voto de los gobiernos amantes de la paz y el apoyo de los países que luchan contra todas las formas imperialistas y coloniales de dominio económico, político, racial y cultural”. (Raúl Roa David y Goliat, Intervención en la Comisión Política y de Seguridad de la ONU, 17 de abril de 1961, en Raúl Roa. Canciller de la Dignidad, Op. Cit. 209-232.


Paralelamente expuso todo un arsenal de pruebas acerca de la participación norteamericana en la invasión, explicando que “[...] el Presidente Kennedy dijo que evitaría la presencia de ciudadanos norteamericanos en cualquier acción; pero no negó que ayudaría, como es notorio que lo ha estado haciendo, a los contrarrevolucionarios. Ni tampoco negó que ayudaría a las invasiones indirectas o desde territorio extranjero”. Y ante una nota recién entregada en las Naciones Unidas en la cual el Secretario de Estado Dean Rusk, admitía que los Estados Unidos no ha tenido participación alguna en la invasión mercenaria de Cuba; pero que el pueblo norteamericano estaba con los contrarrevolucionarios, afirmó irónicamente que "[...] Si el pueblo de los Estados Unidos está con los contrarrevolucionarios, habrá que enterrar, por segunda vez, a Jefferson, a Hamilton y a Lincoln".

En la defensa de la Revolución Cubana, el Ministro de Relaciones Exteriores acusó al Gobierno de Estados Unidos de haber desatado contra Cuba una guerra de invasión para apoderarse de sus recursos, tierras, fábricas y transportes y retrotraerla a su oprobiosa condición de satélite del imperialismo norteamericano, de delito internacional de agresión, y demandó de las Naciones Unidas la adopción de rápidas, eficaces y enérgicas medidas para evitar que se consumen los planes de agresión y actos de intervención que denuncia. Y culminaba con gran emoción su alocución con la confirmación de que "[...] Un clamor unánime estremece hoy a toda Cuba, resuena en nuestra América y repercute en Asia, África y Europa. Mi pequeña y heroica patria está reiterando la clásica pugna entre David y Goliat. Soldado de esa noble causa en el frente de las relaciones internacionales, permitidme que yo difunda ese clamor en el severo areópago de las Naciones Unidas: ¡Patria o Muerte! ¡Venceremos!".


El terreno de las discusiones entre las delegaciones de Cuba y los EE.UU. tomó el camino de la confrontación ideológica al intervenir Adlai Stevenson y repetir una y otra vez las acusaciones de que "la Revolución Cubana había sido traicionada", al permitir que el comunismo internacional la convirtiera en una base contra los países del hemisferio. Incluso, llegó al extremo de plantear que Roa no había reconocido el papel de Estados Unidos en la independencia de Cuba en su lucha contra España, a fines del siglo XIX. Los debates se trasladaron también al campo histórico y político. El canciller cubano, intelectualmente muy superior al embajador norteamericano, y políticamente mucho más, lo atacó con vehemencia y sin compasión al decir que “[...] el representante de los Estados Unidos opina y dictamina sobre los sentimientos y las aspiraciones del pueblo de Cuba con la suficiencia y seguridad de quien no sólo conoce a fondo sus problemas, sino de quien hubiese penetrado en la intimidad de su conciencia; pero el señor Stevenson opina y dictamina sobre lo que ignora". (Raúl Roa Réplica al delegado yanqui, Comisión Política y de Seguridad, abril 17 de 1961, Idem., p. 237). Y añadió que la Revolución cometió el crimen de "cubanizar" a Cuba y que el conflicto no era entre el pueblo y gobierno cubano con el pueblo norteamericano, y tampoco un conflicto con el hemisferio, sino una confrontación del pueblo de Cuba con los intereses norteamericanos, aclarando que "[...] En Cuba la palabra miedo no existe. Y sepa también, de una vez por todas, que la delegación de Cuba no ha venido a pedir protección ni ayuda de las Naciones Unidas para repeler a los agresores, que están siendo ya batidos por aire, tierra y mar [...] el señor Stevenson se ha ido cínicamente por peteneras y no ha respondido a uno solo de los cargos".


Al tercer día de invasión, la representación cubana en la ONU presentó pruebas contundentes de la participación de pilotos norteamericanos en la zona de combate, gracias a que algunos de los aviones B-26 habían sido derribados por las defensas antiaéreas cubanas. El nombre del piloto que no hacía dudar sobre la presencia de ciudadanos norteamericanos en la agresión fue el de Leo Francis Berliss. Era el tripulante de uno de los cuatro aviones derribados en la mañana del 19 de abril, que ya alcanzaba la cifra de nueve aparatos abatidos desde que empezó la invasión. Y Roa culminaba su exposición con una de sus grandes humoradas y sátiras "[...] Naturalmente -y es el único comentario que voy a hacer al respecto- estos aviones vinieron de la Luna." (Raúl Roa Comunicado oficial, Intervención en la Comisión Política y de Seguridad de las Naciones Unidas,19 de abril de 1961, Idem., p. 246).


No podía descansarse en la denuncia. La idea del gobierno norteamericano era la de crear una "cabeza de playa" en territorio nacional, en caso de no triunfar rápidamente la invasión, y desde ese momento comenzar una guerra de desgaste contra la Revolución para propiciar el respaldo regional y mundial de los gobiernos al fantoche "gobierno provisional" que intentaban enviar a Cuba, de consolidarse los mercenarios en ese pedazo de tierra cubana ocupado. No podía legitimarse internacionalmente una agresión extranjera (arropada con cubanos traidores) y una "representación gubernamental" de la contrarrevolución en la Isla, por lo que la lucha por la victoria, dirigida personalmente por el Comandante en Jefe Fidel Castro, tenía que ser relampagueante.


El día 20 de abril, la situación política-militar en Cuba cambió radicalmente y ello significó un enorme acicate para la representación diplomática cubana. De la defensa por una patria que había sido hollada por fuerzas invasoras ésta tuvo la gran oportunidad de pasar a mostrar una victoria total en el plano diplomático gracias a la derrota militar de la invasión. En un repaso de las largas listas de intervenciones orales extranjeras, la mayoría mostrando la inquietud por lo que pasaba en Cuba, Roa hace alusión a otras peroratas pronunciadas por los distintos representantes de algunos países que, a su decir "son nubes de palabras tras nube de palabra (sic), campana neumática vacía de conceptos". Y llamó la atención sobre el proyecto presentado por Venezuela y respaldado sospechosamente por un grupo numeroso de gobiernos latinoamericanos (Argentina, Guatemala, El Salvador, entre otros) y los propios Estados Unidos -se refiere al Proyecto de Resolución contenido en el documento A/C.1/L. 267, al cual se sumaron los aliados de la OTAN, la CENTO y la SEATO. Documentos del Consejo de Seguridad de la ONU, 1961, New York, ONU-, en que se regresó a la idea de que el conflicto entre EE.UU. y Cuba debía discutirse y dirimirse en el marco hemisférico, o sea en la OEA. Tal proyecto era incongruente tras el discurso de J. F. Kennedy, ese propio día en que señalaba que si las naciones latinoamericanas no tomaban una acción obligatoria contra la agresión comunista del exterior, su país no vacilaría en adoptar resoluciones unilaterales en "defensa de la seguridad de la nación". Y frente a estas y las viejas acusaciones de que el conflicto era entre cubanos, Roa recordó cómo se barrió con más de 1 400 mercenarios por parte de la mayoría aplastante del pueblo uniformado y que tanto la OEA como la ONU, eran los escenarios legítimos para que Cuba expusiera su posición firme e independiente. Y que, al contrario de ese proyecto, Cuba aprobaría el presentado por México en el que se llamaba al respeto de la autodeterminación de los pueblos y a la no injerencia e intervención en los asuntos internos de otros estados.


Raúl Roa leyó entonces emocionado el comunicado final de la victoria de Girón en el seno de la ONU. Y como hijo de su pueblo expresó que "[...] yo, como cubano y como representante en las Naciones Unidas del Gobierno Revolucionario y del pueblo de Cuba, quiero rendirles fervoroso tributo a los hombres y mujeres de mi patria que, a pie firme y unidos en compacto haz, han destrozado la fuerza mercenaria de invasión, organizada, financiada y equipada por el Gobierno de los Estados Unidos". (Raúl Roa Derrota Aplastante, Comisión Política y de Seguridad, en Raúl Roa. Canciller de la Dignidad, Op. Cit., p. 251).


La voz exterior de la Revolución Cubana, con infinita modestia y sinceridad, agradecía a los que en el principal escenario militar y político, habían decidido la victoria. Era el apotegma de una política internacional que siempre respondió, y responde, en consonancia y armonía con el discurso y sentir, razones y emociones combinadas del pueblo y que no ocultaba su misión de representarla dignamente en cualquier tribuna regional y mundial.


La tragedia de los gobernantes de los EE.UU. era total, como absoluto fue el descalabro de la intervención bélica y grande era la desesperación y la frustración de Adlai Stevenson que se vio inmerso en un rotundo ridículo internacional. Si los mercenarios hechos prisioneros en Cuba declararon que habían sido "embarcados", el embajador norteamericano pudo muy bien repetir lo mismo. Los Estados Unidos habían sido derrotados y desenmascarados. La llegada en tiempo, desde marzo y todo el segundo semestre de 1960, del armamento soviético, chino y del resto del campo socialista (checoslovacos entre otros) y su rápida asimilación por los miembros de las FAR -muchos de ellos estudiantes universitarios que entraron en el ejército de forma voluntaria-, los milicianos, los policías y otras fuerzas revolucionarias corroboró que la ayuda militar solidaria de las naciones socialistas eran suficientes para un pueblo patriótico y aguerrido en su afán de derrotar una invasión militar mercenaria entrenada, asesorada y armada por una potencia extranjera poderosa. No hubo tiempo para que desembarcaran y se establecieran los famosos integrantes del gabinete del exilio (5) que luego recibirían el apoyo de los EE.UU. y los gobiernos lacayos latinoamericanos de la OEA. Para los invasores no hubo un momento de respiro. Desde su primer intento de poner pie en tierras cubanas se les respondió con un enorme caudal de fuego y coraje. La pequeña guarnición de milicianos ubicada en Playa Girón ante la andanada de morteros y cañonazos fue invitada a rendirse, y ante el asombro de la Brigada 2506, esta menuda tropa respondió bravamente con un Patria o Muerte definitorio. Los batallones de milicianos, la Escuela de Matanzas y las unidades de las FAR, el MININT, la Policía Nacional Revolucionaria, los pilotos cubanos con pocos y maltrechos aviones, habían realizado una gran proeza: en menos de 72 horas (se calcula que fue en 64) habían destrozado los planes norteamericanos y mojaban sus botas y las esteras de los tanques en las costas de Girón y Playa Larga.


En la arena internacional, los gobernantes de Washington no pudieron ni siquiera pasar por verdad lo que era una burda mentira y no recibieron apoyo alguno de sus aliados. Fue tal el desastre que las querellas al interior del gobierno estadounidense fueron en aumento en los días siguientes, hasta que el propio Presidente J. F. Kennedy, el 24 de abril, se hizo responsable de la invasión y sus consecuencias. Surgió entonces la famosa frase kennedyana de que "la victoria tiene muchos padres, pero la derrota es huérfana".


La hazaña que el pueblo cubano había desarrollado en menos de tres años de enfrentamientos diversos contra el imperialismo y la contrarrevolución, se convirtió en una nueva experiencia y leyenda internacional para los pueblos del Tercer Mundo. Cuba, Primer Territorio Libre de América -recordar que el 22 de diciembre de ese año se culminó la Campaña de Alfabetización- fue también, el 19 de abril de 1961, el lugar o país donde se produjo La Primera Gran Derrota Militar-Política del Imperialismo Yanqui en América. El paradigma revolucionario cubano creció con la batalla exitosa de Girón. Para decirlo en el argot popular del momento: "Norteamérica (EE.UU.) llegó a Cuba… y quedó" y a partir de entonces, el proceso revolucionario se consolidó y los pueblos de América Latina fueron más libres. (Fidel Castro Ruz Discurso pronunciado en el XXV Aniversario de la Victoria de Playa Girón y de la Proclamación del Carácter Socialista de la Revolución, en Revista Cuba Socialista, No. 6, Segunda Etapa, septiembre- octubre de 1986, p. 12).


La repercusión regional e internacional de la batalla y la victoria de Playa Girón.


Inmediatamente que se conoció del ataque a Cuba, la voz solidaria e internacionalista de los pueblos de América Latina hacia el proceso revolucionario se hizo patente. Numerosos políticos, intelectuales y diversos sectores populares iniciaron fuertes movimientos de protesta y, en la medida que los días pasaron, comenzaron a estructurarse brigadas de voluntarios para venir a la Isla a combatir junto al pueblo cubano.


Un lugar destacado que siempre habrá que mencionar y recordar será el del ex -presidente mexicano, General Lázaro Cárdenas, (6) quien en un acto sin paralelo solicitó incorporarse a las milicias cubanas, hecho que solo le fue imposibilitado por el gobierno de su país que le negó la visa al conocer su deseo. Por otra parte el Presidente de México, Adolfo Pérez Mateos, ratificó la política de su gobierno de no intervención y el derecho de autodeterminación de los pueblos. En ese hermano país, el día 18 de abril, más de mil voluntarios se inscribieron formalmente para combatir la agresión y alrededor de medio millón de ciudadanos, estuvieron presentes en las numerosas manifestaciones de apoyo a Cuba en las distintas ciudades y pueblos.


Otro tanto sucedió en Brasil, donde el Presidente de ese país Janio Quadros, expresó su "[...] preocupación por los sucesos que se desarrollaban en la Isla con motivo de la invasión mercenaria salida de Guatemala y Estados Unidos" y demandó respeto a la soberanía y el derecho de autodeterminación de las nacionales y los pueblos. Las consignas de "Cuba sí, Yanquis no", "No sólo es Cuba la que está en juego, sino toda América Latina" y "Vamos a la calle a defender a Cuba y a su bravo pueblo" recorrieron las calles de Río de Janeiro, Sao Paulo, Porto Alegre y otras importantes ciudades y municipalidades. Dirigentes de la talla de Luis Carlos Prestes (Secretario General del Partido Comunista del Brasil) pronunciaron encendidos discursos condenando la agresión y afirmando que la lucha del pueblo cubano es invencible.


En Chile, la Central Única de Trabajadores Chilenos decretó el día 19 de abril una huelga general nacional en apoyo a la Revolución Cubana. Fuertes choques entre la policía y los manifestantes se sucedieron en Santiago de Chile y otras ciudades ante atentados dinamiteros y apedreamiento de empresas y algunos almacenes de propiedad norteamericana. Quinientos mineros de una localidad cercana a la capital de la república se inscribieron como voluntarios para defender a la Revolución Cubana con las armas en la mano. Salvador Allende, senador y Presidente del Frente de Acción Popular (FRAP), declaró que "[...] Cuba es el símbolo de la lucha de nuestros pueblos a lo largo de toda nuestra historia [...]", y más tarde al conocer la victoria revolucionaria cubana expresó también que "[...] El caso de Cuba no es el de Guatemala y los agresores han tenido que reconocer su total derrota ante la respuesta del pueblo cubano. Seguiremos en pie de lucha, y en pie de guerra golpearemos al imperialismo en todos los países latinoamericanos".


El movimiento general de los pueblos (7) fue de tal envergadura, gracias a la rápida victoria cubana, que a los gobiernos latinoamericanos les fue imposible tomar medidas de apoyo logístico a la invasión. La celeridad de los acontecimientos y el apoyo popular a la causa cubana y de rechazo a los EE.UU. fueron tan fuertes que solamente esos regímenes pudieron proponer tres documentos en el ámbito regional; el primero, preocupándose por la detención de un corresponsal de la United Press International, que ya había sido liberado cuando surge esa proposición; el segundo, el ya mencionado proyecto en la ONU que reiteraba que el diferendo entre Cuba y EE.UU. debía discutirse en la OEA y no en las Naciones Unidas; y el tercero, el mensaje del Secretario General y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la propia OEA, en que se llamaba a Cuba a respetar los derechos humanos de los mercenarios detenidos.


En otras latitudes la respuesta popular -acorde a la información que tuvieran los pueblos- fue también de respaldo irrestricto al pueblo cubano, incluso en los propios EE.UU. Los países socialistas y la Unión Soviética hicieron llegar un mensaje a través de la agencia de prensa TASS, el 18 de abril, que expresó "[...] La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y otras naciones socialistas, es decir, todas las naciones amantes de la paz, que son sus más decididos amigos están listas a dar al pueblo cubano su ayuda y apoyo" y terminaba diciendo: "No toquen a Cuba -esta es la exigencia de toda la gente honrada". La propia URSS emitía un comunicado oficial ese propio día exponiendo que "[...] El Gobierno Soviético se reserva el derecho, si no cesa la injerencia armada en los asuntos del pueblo cubano, de tomar en unión de otros países, todas las medidas necesarias para prestar la indispensable ayuda a la República de Cuba". (Comunicado Oficial del Gobierno Soviético, 18 de abril de 1961, en Historia de una Agresión. El juicio a los mercenarios de Playa Girón, Ediciones Venceremos, La Habana, 1962. p. 486). Y el Primer Ministro Nikita Jruschov, en carta al presidente J. F. Kennedy le advirtió que "[...] En cuanto se refiere a la Unión Soviética, no debe haber confusión respecto a nuestra posición: prestaremos al pueblo cubano y a su Gobierno toda la ayuda necesaria para rechazar la agresión armada a Cuba. Estamos sinceramente interesados en el debilitamiento de la tensión internacional, pero si otros van a empeorarla, les responderemos en plena medida". (Mensaje enviado por el Primer Ministro de la Unión Soviética Nikita Jruschov, al Presidente John F. Kennedy, el 18 de abril de 1961, Idem., p. 488).


Luego de la victoria revolucionaria cubana los gestos de amistad y solidaridad para con Cuba se multiplicaron, así como el prestigio y la fuerza internacional de la Revolución. La Isla de la Libertad (así la habían denominado los soviéticos) había demostrado no solamente que podía construir una nueva sociedad socialista a 90 millas del imperialismo norteamericano, sino que era capaz de derrotar una agresión mercenaria armada, organizada y financiada, además de ser apoyada directamente, por el gobierno estadounidense. El mito del fatalismo geográfico recibió otra gran conmoción.

La opción del ataque militar con mercenarios, versión modernizada del caso guatemalteco (1954), no había surtido efecto en la Cuba de 1961. Las enseñanzas podían extraerse sin necesidad de una gran información. No pudieron existir equívocos al respecto. A pesar de que los propios gobernantes de Washington se dedicaron a propagar las ideas de que el lugar escogido (la Ciénaga de Zapata) no fue el adecuado; que la CIA había ofrecido falsas informaciones sobre la realidad interna en la Isla; que no se apoyó a la fuerza mercenaria con la intervención directa del Ejército de EE.UU.; que los invasores no estaban debidamente preparados (desde el punto del armamento y el entrenamiento) y otros tantos y variados análisis "justificativos", la verdad era una e irrefutable: el pueblo cubano unido, organizado y armado, con una gran moral política-combativa, bien dirigido y consciente de la justeza y fortaleza de la Revolución, que él mismo estaba desarrollando, fue el artífice real de la victoria. (8)


En el plano interamericano e internacional, la doble moral del gobierno de los EE.UU. quedó al desnudo. La diplomacia cubana logró un debate mundial, de alrededor de diez días, sobre esta agresión y la denunció demostrando con la verdad a toda prueba, la realidad de lo que aconteció: el imperialismo norteamericano en contubernio con los gobiernos más reaccionarios del hemisferio occidental la agredió impunemente en flagrante violación del derecho interamericano e internacional. El gesto "honesto y valiente" del presidente J. F. Kennedy al responsabilizarse totalmente con la invasión y sus resultados fueron una consecuencia del desenmascaramiento de los planes y acciones de su país en la arena internacional y del aplastamiento de la agresión militar en suelo cubano.

El lacayismo pronorteamericano de la mayoría de las autoridades gubernamentales y de los representantes de la derecha en América Latina y el Caribe fue evidente. Las aisladas y escasas denuncias al acto de agresión, injerencia e intromisión de los EE.UU. en los asuntos internos de un Estado americano fueron la "última señal" de que la OEA no era el foro adecuado para Cuba y cualquier otro país del subcontinente para ventilar adecuadamente la confrontación, diferendo y conflicto con los EE.UU. La potencia norteña desempeñó otra vez el maltrecho papel de juez y parte y además, representó el mayor peligro para la seguridad y la paz hemisférica. Como contraparte, el antiimperialismo cobró un nuevo impulso en todas las fuerzas de izquierda, de diferente signo, en la región y en el Tercer Mundo. Simultáneamente, la contrarrevolución continental había unido, otra vez, sus fuerzas.


Para Cuba, a pesar de la victoria, se visualizaban nuevas amenazas y peligros. De las lecciones de Girón podía el gobierno estadounidense extraer dos enseñanzas contradictorias: primero, cesar en sus intentos de agredir a la Revolución Cubana a través de la vía militar; y segundo, ampliar sus esfuerzos por derrotarla con la invasión militar directa de sus fueras armadas. La soberbia y prepotencia de los EE.UU. escogerían la segunda opción y a la Revolución Cubana no le quedó más alternativa que la continuación e intensificación de su preparación, en todos los terrenos, para enfrentarla y derrotarla. La futura crisis de los mísiles de octubre de 1962, se avizoraba en el horizonte. (9)


En el ámbito de la proyección internacional serían los momentos de fortalecer sus vínculos con la URSS, el campo socialista este-europeo, la China Popular, de ampliar sus relaciones con todos los países del Tercer Mundo y consolidar y profundizar sus relaciones con las tradicionales y nuevas izquierdas del subcontinente.


Notas bibliográficas y referencias:

(1) Para profundizar en el tema de Girón y la lucha contra bandidos debe consultarse el Tomo V de Historia de la Revolución Cubana, elaborado por un colectivo de autores bajo la coordinación del Instituto de Historia de Cuba. Inédito.

(2) La zona montañosa del Escambray, en el centro de Cuba, fue el escenario predilecto para que el imperialismo norteamericano organizara, preparara, financiara y brindara apoyo logístico de todo tipo a las bandas contrarrevolucionarias que también se expandieron a casi todo el país, incluida en la provincia Habana. El Escambray fue el lugar donde operó el Segundo Frente Nacional del Escambray quienes cometieron fechorías e injusticias entre los campesinos y otros pobladores que allí habitaban, además algunos de los representantes de la Revolución aplicación con insuficiencias la primera Reforma Agraria y fueron erráticos en llevar adelante las transformaciones revolucionarias de una forma casuística; todo ello unido al mal trabajo político e ideológico entre las masas del territorio y a las condiciones geográficas de aislamiento y difícil acceso hizo que la CIA seleccionara esta región como su zona de operaciones más adecuada para llevar a cabo una especie de guerra irregular sucia contra la Revolución Cubana. Esta guerra civil contra la contrarrevolución interna persistió hasta 1966, aunque después de ese año reaparecieron brotes esporádicos de bandas de alzados.

(3) Un buen grupo de los sacerdotes en la Isla era de nacionalidad española y además con concepciones muy reaccionarias en el propio seno de la iglesia. Muchos de ellos eran propietarios de bienes raíces, escuelas y otras propiedades, aunque también eran depositarios de beneficios de los círculos burgueses cubanos.

(4) Lo redactó el asesor presidencial e historiador Arthur M. Schlesinger. En el Libro Blanco se podía leer: "Los Estados Unidos y las naciones del hemisferio expresan una profunda determinación de asegurar futuros gobiernos democráticos en Cuba y total y positivo respaldo en sus esfuerzos de ayudar al pueblo cubano a lograr la libertad, la democracia y la justicia social [...] Pedimos nuevamente al régimen de Castro que rompa sus vínculos con el comunismo internacional". En, Libro Blanco, Departamento de Estado, EE.UU., Centro de Documentación del MINREX, p. 34.

(5) Este triste y famoso gobierno tenía el eufemístico nombre de "Consejo Revolucionario Cubano" y a su cabeza estaba el traidor José Miró Cardona.

(6) Lázaro Cárdenas declaró al conocerse la agresión el propio día 17 de abril: " [...] todos los países exigirán rendición de cuentas a los responsables de este gran crimen: una agresión contra un país pequeño por otro de poderosos y fuertes recursos." En, Historia de una agresión, Ediciones Venceremos, La Habana, 1962, p. 438.

(7) Hubo también múltiples manifestaciones en Argentina, Uruguay, Bolivia (300 voluntarios para ir hacía Cuba), Colombia (centenares de jóvenes estuvieron dispuestos a combatir junto a los cubanos), Venezuela, Perú, Ecuador, Uruguay (10 mil uruguayos dispuestos a marchar hacia Cuba), Guatemala, Costa Rica, Panamá, etc.

(8) No pueden ni deben obviarse que la supuesta sorpresa no pudo destruir la aviación de combate cubana debido a la dispersión de los aparatos y tampoco que las primeras armas recibidas de la URSS, China, Checoslovaquia y otros países socialistas fueron asimiladas rápidamente por los jóvenes combatientes cubanos que la usaron eficientemente contra los invasores.

(9) Fidel Castro Ruz Discurso pronunciado el 19 de abril de 1962, en el primer aniversario de la victoria del pueblo de Cuba en Playa Girón, aplastando la invasión mercenaria lanzada por los imperialistas yanquis, en Historia de una Agresión, Op. Cit., pp. 9-39.

*Dr. Orlando Cruz Capote, Investigador Auxiliar, Instituto de Filosofía, Cuba

 

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