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Cuba: coraje y valor

50 años: sin dejar de pisar tierra firme

Aunque ya enero va entregándonos su cuota final de días, no quiero que termine sin compartir con ustedes dos textos que celebran el 50 Aniversario de nuestra Revolución.


El primero viene desde la Patria de Allende y de Neruda, y lo envía un camarada de luchas cibernéticas: uno de los primeros con los que compartimos la defensa de la Revolución en Listas de Correo electrónico, y que fuera activo colaborador del Boletín Librínsula, bastión de la Batalla de Ideas durante varios años: les hablo del felizmente reencontrado Profesor Carlos Poblete, del Movimiento de Solidaridad con Cuba de Rancagua, Chile.

El segundo es de un soldado de la palabra que desde nuestra Patria linda, sabe defender, sin apañar errores, la fuerza de nuestra cincuentenaria Revolución, y les hablo del periodista José Alejandro Rodríguez, en su trinchera del Diario Juventud Rebelde.

Disfrútenlos y sigamos dando Vivas a esta Revolucion "con todos y para el bien de todos"

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CUBA, 50 AÑOS DE REVOLUCIÓN SOCIALISTA

Iniciamos el presente año 2009 quienes valoramos la Revolución Cubana, celebrando los 50 años de su existencia. En rigor histórico, su carácter socialista se declaró al poco tiempo de su triunfo, ocurrido en enero de 1959.

Dura ha sido la batalla por sus conquistas plenas de humanismo. No será fácil seguir su camino constructor de más socialismo y, más aún, alcanzar en el tiempo el gran objetivo del comunismo. Estamos ciertos que Cuba no se quedará sólo en el empeño.

La Isla del Apóstol, a su modo, con su proceso ha recreado la teoría de los egregios pensadores del socialismo científico. Su práctica diaria enriquece ese pensamiento teórico. Ha sido ése otro de sus desafíos permanentes. No ha existido otra revolución en el hemisferio occidental que hable en castellano.

En todo proceso histórico-social transformador hay que estimar siempre la idiosincrasia de cada pueblo. En la tierra de Martí también se ha marcado un hito en ese aspecto. Su hazaña es creación propia. Ciertamente ningún proceso es un círculo cerrado, recibe y proyecta influencias. Mucho de lo que ha sucedido en América Latina en este medio siglo, y de lo que ocurre, tiene relación con la experiencia de la isla caribeña. Los pueblos y sus líderes del continente han vivido alumbrados por los destellos de la Sierra Maestra.

La revolución isleña nos entregó al Che y su moral, y al conductor de pueblos que es Fidel. Ambos nos enseñan con sus palabras y sus actos que un mundo nuevo es posible, que se puede y se debe. Que la solidaridad humana aplicada es adversaria irreconciliable del egoísmo.
Son millones los seres humanos de diversas latitudes planetarias que han sufrido el desamparo que el capitalismo provoca, que han recibido de Cuba de forma directa el humanismo de su revolución.

Fue Fidel quien dijo en un Foro Mundial hace unos años : " Desaparezca el hambre y no el hombre ".

Conocidos, y reconocidas por entidades internacionales son las metas alcanzadas por la revolución en áreas tan sensibles como educación y salud. Esos logros hacen de la Isla una potencia mundial.

Cuando hace 20 años cayeron los procesos y los países que en Europa del Este construían una forma de socialismo, a Cuba algunos le daban el pésame y otros le contaban los días. Entonces, apareció Fidel para decir : "Solos, pero en la cima ". Aquellos no conocían ni saben del temple de ese pueblo, bloqueado criminalmente hasta hoy durante 48 años por la potencia imperialista. En esas mismas circunstancias en extremo díficiles para Cuba y el mundo, Fidel, una tarde, en un encuentro con él en el Palacio de la Revolución, nos dijo : "Tenemos que resistir, y también desarrollarnos ". Agregó : " Cuba no los defraudará ".

El proceso histórico-social en la patria de José Martí lo revolucionó todo, en lo material y en lo moral. Allá la palabra Patria es plena de sentido, porque hay decoro. Es una revolución social y cultural, pero por sobre todo es una revolución ética.

El nuevo cumpleaños de la revolución martiana y socialista es un buen motivo para el abrazo en el año que se inicia.

Carlos Poblete Avila, Profesor de Estado
Ex dirigente nacional / internacional docente.

Chile, enero 2 de 2009.


Publicado en http://www.elrancahuaso.cl/admin/render/noticia/17255

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La lealtad insurgente

Por José Alejandro Rodríguez

Es el compromiso no entendido como fanatismo ni tampoco cual conformista complacencia, sino como fidelidad participativa y crítica, en el mejor sentido de la palabra: enjuiciar lo que se ama con la misma intensidad con que se le besa; pensar en lo que acecha y se incuba, alertar de las turbulencias que no dejan ver la luz.

Es fidelidad, porque no supone que todo anda bien, ni se cree que los paradigmas y valores supremos se trasfunden por sí mismos en la realidad, por una especie de ósmosis ideológica. Lleva una sana insurgencia, que ignoran los acomodados —de bienes o de mente—, oportunistas, dogmáticos, simuladores, cínicos y tecnócratas descreídos. Los que tienen la otra casaca preparada por si las moscas.

Los fieles inconformes que respondieron al llamado de Raúl de debatir sin tabúes nuestros problemas, ahora aguardan —claro que sin milagros, pero sí con esperanza— que del inventario se deriven cambios para más socialismo, que quiere decir mejor. Socialismo sin estigmas, trabas, dogmas e ineficacias que nuestro sistema debe dejar atrás para cumplir ese compromiso de la plenitud en cuerpo y alma, que tiene con el ser humano.

Ante tanto desafío, no solo urge debatir y consultar, sino vigorizar el sistema y la institucionalidad con mayor participación del sujeto supremo: las masas. Control popular, participación colectiva en la administración y dirección de muchos frentes, descentralización de funciones, que en modo alguno significa abandonar las riendas desde arriba, sino complementarlas con la vigorización horizontal que desburocratice muchos procesos, especialmente la economía.

Claro que son retadores los asuntos, en medio de tantas presiones exteriores que nos bloquean no digo yo el sustento, hasta el pensar y el soñar. Pero no hay más alternativa que recomponer el país si queremos que la carcoma no nos mine y se nos vayan de la mano los problemas, en una etapa en que, inevitablemente, la generación histórica de la Revolución va desapareciendo. A fin de cuentas, aún tenemos el timón de la nave y podemos guiarla a puerto seguro.

En este empeño salvador, es inestimable lo que pueden contribuir las investigaciones y diagnósticos de las ciencias sociales cubanas, de una agudeza sorprendente, y no siempre tenidos en cuenta en las políticas ni en la toma de decisiones sobre asuntos vitales del país.

No es menos cierto que Cuba es un país sui géneris, con un síndrome de cerco y plaza sitiada que ha generado muchos vaivenes y vientos encontrados en sus políticas, para readaptarse constantemente. Pero afortunadamente, la vida nos dice cada vez más que el empirismo, el voluntarismo y la improvisación en las políticas, sin el sedimento de la cientificidad que descubra y prevea tendencias, escenarios y factibilidades, son serios obstáculos para el avance.

Esas profundas introspecciones en el diseño de nuestra sociedad, son elocuentes al revelarnos bajo el principio de la duda científica —que no política ni ideológica— por qué, por ejemplo, la propiedad estatal no precisamente implica la social y el sentido de pertenencia del sujeto. O por qué, a pesar de que busquemos el pleno empleo, no por ello todos van a incorporarse a él con arengas o presiones, si este no se revaloriza, al punto de seducir y compulsar al mismo tiempo.

También la ciencia nos demuestra que los recursos —esa salvación cuantitativa que ponderan muchos— no curan si no se resuelven los problemas funcionales y estructurales de raíz. O que un país pobre, por inteligente que sea, no puede sostener sus abarcadores y crecientes programas sociales si no alcanza elevados niveles de eficacia y eficiencia en nuestra economía, cimentados en crecimientos sostenibles de la productividad y nuevos valores creados.

Detenido en medio del largo y azaroso camino, mirando hacia atrás 50 años y oteando el horizonte por conquistar sin dejar de pisar tierra firme, uno siente la sensación de que, si bien el entusiasmo es decisivo como el primer día, no llegaremos a la victoria si no nos guiamos, cada vez más, por la brújula de la inteligencia y la racionalidad.

El mejor homenaje a la Revolución Cubana en sus 50 años, no son las retóricas cansinas ni las consignas repetitivas, abstraídas de los vía crucis y complejidades que vive el país. La lealtad necesaria hoy no es la cerril con orejeras, sino la que defiende nuestros principios esenciales en lidia con los males intestinos, ojos y oídos alertas ante las plagas —importadas o criollas— que nos atacan y pudieran devorarnos.

http://www.juventudrebelde.cip.cu/opinion/2009-01-18/la-lealtad-insurgente/

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