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Cuba: coraje y valor

Cuba, la solidaridad y el oportunismo, por Noel Manzanares Blanco

“El mejor modo de hacerse servir, es hacerse respetar.
Cuba no anda de pedigüeña por el mundo: anda de hermana,y obra con la autoridad de tal. Al salvarse, salva”.
José Martí.





Sin lugar a dudas, cuando se escriba la Historia de Cuba durante los últimos tres lustros habrá que tener por referente al antes y el después del cruce por la Mayor de las Antillas de los huracanes Gustav e Ike. Bastarían unos datos para así confirmarlo…


Por ejemplo –a contrapelo del más largo y muy variado BLOQUEO impuesto por el Águila Imperial a nación alguna que en medio siglo ha provocado la pérdida y el sufrimiento de vidas humanas– vale reiterar que en los últimos tiempos Cuba no padecía como en otras latitudes los embates de la tendencia alcista del precio de productos básicos como los alimentos, subsidiados por el Estado entre el 62 y el 64 % del total que llega a la población; mientras que eran tangibles los avances en la Revolución Energética y la Industria Básica en general, en el Transporte, la Construcción, la Industria médico-farmacéutica, la Informática…, sostenido en el positivo balance de la economía socialista del archipiélago nacional propenso a la recuperación desde el 2004, sin descartar el aumento continuo del intercambio comercial con la República Popular de China y la hermana Venezuela –todavía más al calor de la Alternativa Bolivariana para los pueblos de las Américas (ALBA). A ello se sumaban logros en el ámbito social, reconocidos por Organismo Internacionales de Naciones Unidas.

Justo es consignar que la paulatina mejoría material y espiritual que vivían cubanas y cubanos con una filosofía ajena a la sociedad de consumo –sin descartar limitaciones propias de una nación en vía de desarrollo- tenía lugar en medio del combate resuelto a problemas subjetivos y guapeando por darle cuerpo concreto al concepto de Revolución expuesto por el Comandante en Jefe y Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC), compañero Fidel, el 1º de mayo de 2000, particularmente “luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo”.

En este contexto, entre el pasado 30 de agosto y el 9 de septiembre llegaron los huracanes Gustav e Ike con efectos desastrosos, combinando descomunales vientos, lluvias e inundaciones a su paso prácticamente por todo el país (en el caso del segundo), incluidas las consecuencias previas y posteriores a su entrada y salida del territorio nacional. Inequívocamente, los impactos más letales se hicieron sentir en las viviendas: más de 444 mil dañadas, buena parte de ellas con pérdidas parciales y totales de techo, además de otras averías; y del total, 63 mil 249 son derrumbes totales –se precisa en la “Información oficial de datos preliminares sobre los daños ocasionados por los huracanes Gustav e Ike”.

La complejidad de este problema se refleja en que las viviendas destruidas dejan a más de 200 mil personas sin ellas por un tiempo –sin obviar a algunos cientos de miles más cuyas casas requieren reparación-; se refleja en que construir y rehabilitar implica inversiones financieras y en recursos verdaderamente millonarias; se refleja en que los cálculos de las pérdidas en dichas viviendas son sobre la base de precios históricos y convencionales –no los valores reales a precios internacionales-; y también se refleja en que para disponer de una vivienda duradera que resista los más fuertes vientos, se requiere un elemento indispensable que escasea mucho: la fuerza de trabajo.

No obstante, si la tragedia se limitara al tema de la vivienda podíamos pensar que el porvenir inmediato sería menos traumático. Pero lo cierto es que estos indeseados eventos naturales golpearon extraordinariamente a todos los sectores económicos y sociales desde Oriente a Occidente, en mayor o menor magnitud; según se puntualiza en la citada Información.

Ante tal escenario, el heroísmo histórico de la etnia cubana salió a relucir una vez más. La Defensa Civil no perdió un solo minuto; los dirigentes y militantes del PCC y del Gobierno se diseminaron por todos los lugares afectados para apoyar y alentar a las masas, exigir disciplina y contener emociones, ejercer autoridad y dar el ejemplo. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias y sus tropas especializadas y el Ministerio del Interior, su Cuerpo de Bomberos y otras fuerzas arriesgaron la vida y derrocharon coraje al llevar a cabo su ayuda y apoyo a la población, particularmente a las víctimas. Los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) se activaron aún más para auxiliar a los necesitados, contribuir a la evacuación de quienes lo necesitaban y priorizar las donaciones voluntarias de sangre para que las instituciones hospitalarias y las fábricas de medicamentos contaran con ese recurso ante el azote climatológico. La televisión, la radio y la prensa escrita asumieron el ejercicio de sus tareas informativas con una gran responsabilidad, y sus reporteros casi ni dormían ni descansaban en aras de informar al país los acontecimientos, las verdades, las experiencias.

En perspectiva, hay que trabajar duro, sin perder tiempo ni escatimar esfuerzo. “Vendrá ahora el análisis de los factores objetivos, el uso racional y óptimo de los recursos materiales y humanos; qué debe hacerse en cada lugar concreto, dónde debe o no invertirse; qué hacer con cada centavo; responder a cada pregunta de lo que debe hacerse en situaciones de emergencia y en circunstancias de normalidad en que todo vuelve a su cauce, agua y aire, y la vida normal de niños, adolescentes y adultos sigue adelante, preparados siempre para luchar y vencer sin desanimarnos jamás ante las adversidades de hoy o de mañana. ¡Nuestro deber es vencer!”, orientó el Máximo Líder de la Revolución Cubana en Carta a Randy Alonso, director del programa informativo Mesa Redonda.

Entre tanto, la mano generosa se hizo sentir allende los mares:

Desde Asia, el Consejo de Ministros del pequeño país Timor Leste acordó donar 500 000 dólares a Cuba para contribuir a restañar daños del huracán Gustav; China hacía llegar una donación de 300 mil dólares a Cuba para la misma causa; y Vietnam enviaba un cargamento de arroz valorado en 200 mil dólares como donación destinada a superar los daños ocasionados por el huracán Ike.

También nos llegó el auxilio desde Europa: Rusia asistió con el envío de aeronaves que trasladaron, entre otros artículos, más de medio centenar de casas de campaña, con capacidad cada una para albergar a 40 personas, así como materiales de uso constructivo como hierro y vidrio para ventanas, y otros para las labores de recuperación del sistema electroenergético; incluso, Igor Ivanovich Sechin, Vicepresidente del Gobierno de ese país, realizó una visita con el objetivo fundamental de mostrar apoyo al pueblo de Cuba. Asimismo, la solidaridad vino desde España en coordinación con el Programa Mundial de Alimentos (PMA) en una operación conjunta mediante la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), la que propició la entrega de 16 toneladas de sardina en lata y otras cuatro de materiales como clavos, tornillos, machetes, martillos, cables, lonas y mantas.

El Sur del Río Bravo nos materializó su Latinoamericanismo: la Revolución Bolivariana, a través de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), realizó un donativo especial de 100 toneladas de leche en polvo para ayudar luego del embate del huracán Ike; en los 24 estados de la Patria de Simón Bolívar se desplegó un operativo de recolección de donativos en conjunto con la Misión Ribas que recolectó un total de 7 mil 500 Kg. de alimentos no perecederos y agua, además de pañales, ropa y productos de uso personal. La hermana Ecuador mostró su reciprocidad con un avión qué llegó a La Habana con unas nueve toneladas de atún en conserva; el Presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, contactó telefónicamente con su par Raúl Castro, Segundo Secretario del PCC, fruto de lo cual fueron recibidas 14,7 toneladas de alimentos para los damnificados por el paso de los meteoros, consiste en leche en polvo, aceite de soya, harina, azúcar, frijoles, arroz y pastas.

Apenas he resaltado la solidaridad expresada por autoridades y pueblos que ni tardaron ni situaron la menor condición para tendernos la mano generosa, y ofrezco disculpas por dejar de mencionar otras muchas evidencias de desprendimiento humano respecto a la desdicha que vivimos cubanas y cubanos.

Sin embargo, el oportunismo de la contrarrevolución dijo presente. Mercenarios desde La Habana enviaron cartica a Bush, el hijo, para suplicar migajas; representantes de la terrorista mafia gusano-yanqui en Miami enarbolaron sus miserables entrañas; y el desgobierno de Estados Unidos primero ofreció hipócritamente 100 mil dólares como ayuda frente a la catástrofe ocasionada por el huracán Gustav previa inspección in situ para comprobar daños, y luego acaramelaron el “humanismo” al hablar de aviones listos para partir con productos por valor de cinco millones de dólares; obviando mencionar tal inspección porque ya lo habían hecho por sus propios medios, o sea, espiando a Cuba.

Hasta The New York Times, a pesar de haber divulgado un Editorial titulado “Ayuda para Cuba y Haití” en el cual se abordó con acierto el daño causado por los fenómenos Gustav e Ike, al referirse a la negativa cubana para aceptar la “generosidad” de factura imperial, cometió una pifia en los términos siguientes: “La Habana la ha rechazado tontamente”. Ello recibió una sucinta pero contundente respuesta del órgano oficial del PCC a través de una “Nota de la Redacción” que asumo en todo su contenido.

En este instante, una vez más subrayo un detalle: el “humanismo” de W. Bush y comparsa es tanto más ridículo cuando se compara con el hecho de que solo en este 2008 se asignaron 45 millones de dólares procedentes de los contribuyentes norteamericanos para sus mercenarios que quieren desmontar la Patria revolucionaria y socialista. Y aprecio el quid del asunto con las propias palabras de nuestro Comandante en Jefe, a saber:

“Es obvio que el gobierno de ese poderoso país no puede comprender que la dignidad de un pueblo no tiene precio. La ola de solidaridad con Cuba, que abarca a países grandes y pequeños, con recursos y hasta sin recursos, desaparecería el día en que Cuba dejara de ser digna. Se equivocan rotundamente los que en nuestro país se disgusten por ello. Si en vez de cinco millones fuesen mil millones, se encontrarían la misma respuesta. El daño en miles de vidas, sufrimientos y más de 200 mil millones de dólares que han costado el bloqueo y las agresiones yanquis, no pueden pagarse con nada” –consta en sus Reflexiones “El papel de bueno, ¿a costa de quién?”.

Jamás pasaremos por alto que nuestro Héroe Nacional, José Martí, nos advirtió: “Un error en Cuba, es un error en América, es un error en la humanidad moderna. Quien se levanta hoy con Cuba se levanta para todos los tiempos”.

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