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Cuba: coraje y valor

Ménard y Reporteros Sin Fronteras

Ménard y Reporteros Sin Fronteras, entre el dinero y el escándalo
por Ernesto Domínguez López*

El pasado 30 de septiembre se hizo oficial la renuncia del fundador y secretario general de Reporteros Sin Fronteras (RSF), Robert Ménard, la que había sido anunciada desde varios días antes. Después de 23 años de encontrarse al frente de su creación, Ménard decidió cederle el puesto a alguien más joven, Jean-François Julliard, de 35 años.

La razón aducida para tal decisión es que simplemente tiene ganas de hacer otra cosa, aunque no renuncia a seguir defendiendo las “libertades” y los “derechos humanos”, según declaró a la prensa el ya ex secretario general.

“He tomado esta decisión en un momento en que todo va bien para RSF: jamás nuestra organización ha estado tan presente en el mundo […] Seguiré siendo un militante de RSF, pero voy a encontrar otro modo de continuar el combate que libro por los derechos humanos… “

Ménard fue nombrado secretario general honorario, lo que le mantiene en un status de prestigio dentro de la organización. Por su parte Julliard no es ningún recién llegado a la ONG, pues forma parte de ella desde 1998, y ha participado en las múltiples campañas desarrolladas por ésta, incluyendo la que recientemente lanzaron contra China en medio de los Juegos Olímpicos, claramente destinada a tratar de boicotearlos, como parte de las crecientes diferencias entre Occidente y la emergente potencia asiática.

En primera aproximación, la sustitución de Ménard parece ser simplemente un cambio de imagen, en que la ya antigua del fundador da paso a una mucho más fresca, sin que ello represente en modo alguno una orientación diferente en el accionar de la organización. Respecto a esto último, lo más probable es que Reporteros Sin Fronteras continúe siendo lo que hasta hoy, es decir, una de las puntas de lanza mediáticas de la lucha de los centros de poder occidentales tanto contra los movimientos y procesos transformadores de izquierda como contra los grandes rivales a escala global.

El punto más complicado es el primero, es decir, la causa de ese cambio de imagen, que no dejaría de parecer repentino, de ser este realmente un buen momento para RSF, como dijo Ménard. Sin embargo, eso está lejos de ser cierto.

Recientemente se ha destapado un considerable escándalo por mal manejo y desvío de fondos, que tiene como uno de sus actores principales a Felipe Sixto, funcionario de la Oficina de Asuntos Intergubernamentales de Washington, en la que ejercía como asesor presidencial especial sobre temas de Cuba y Puerto Rico, temas con respecto a los cuales tenía la misión de servir de enlace entre la Casa Blanca y funcionarios y legisladores hispanos, además de grupos indios y otras agrupaciones similares de minorías étnicas.

Sixto confesó el desvío de medio millón de dólares, y el caso ya ha sido remitido al Departamento de Justicia, es decir, que no pudo ser manejado internamente por la administración, aunque perfectamente pudiera significar el sacrificio de una pieza menor en medio de una crítica situación financiera, que obviamente pone en tensión a todos los mecanismos ligados con el manejo de los presupuestos del Estado.

Los fondos en cuestión pertenecen a la agencia gubernamental estadounidense United States Agency for Internacional Development (USAID), que se dedica a financiar a grupos contrarrevolucionarios en Cuba y otras partes del mundo, bajo la dirección general de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). El director de USAID para América Latina, Adolfo Franco, presentó también su dimisión, más o menos al mismo tiempo que Sixto.

El problema radica en que la mayor parte de los millones de dólares destinados por la agencia a subvencionar a la llamada disidencia cubana nunca llega a nuestro país, perdida en un vericueto de cuentas y desembolsos, según fue publicado por la General Accountability Office (GAO), agencia gubernamental de contabilidad. Se calcula que alrededor del 95 % del presupuesto Cuba de la USAID va a parar a operaciones no solicitadas, sin licitación u otra clase de acuerdos legales.

Según todo parece indicar, las cantidades desviadas benefician a varias organizaciones cubanas de La Florida y a algunos asociados de Sixto. Entre los más allegados a este último se encuentra Frank Calzón, ex agente de la CIA, quien regentea el anti cubano Cuban Freedom Center (CFC). En el pasado, Sixto trabajó durante varios años para Calzón en el CFC, de tal manera que los lazos entre ambos son bien conocidos, además de ser esta organización uno de los destinatarios de los fondos girados erogados por la USAID.

La cuestión es que, según se ha conocido, RSF es uno de los principales beneficiarios del dinero del CFC, convertido en promotor de una buena parte de las actividades de la ONG. El contacto directo más visible entre ambas partes es la relación personal estrecha que une a Ménard con Calzón, la cual data de varios años, a pesar de que durante largo tiempo se mantuvo oculta la naturaleza del vínculo entre las dos organizaciones y sus dirigentes.

Pero en el año 2004 Calzón y Ménard se presentaron juntos públicamente y en el 2006 RSF se vio obligado a reconocer públicamente los lazos con el CFC y las subvenciones que reciben de éste, que incrementan notablemente los ingresos oficiales que recibe en Francia de manos del Estado, de intereses privados y de la venta de sus publicaciones, estimados de conjunto en unos 4 millones de euros. Lo cierto es que sólo el 7% de ese presupuesto se dedica a las labores supuestamente fundamentales de la organización, es decir, la defensa de los derechos humanos, mientras que el resto va a las campañas políticas.

De manera que Ménard se ha visto personalmente implicado, y junto con él su organización, en un escándalo de proporciones crecientes, que aún no se sabe hasta dónde puede llegar, especialmente en un momento en que una parte del Congreso de Estados Unidos está prestando una mayor atención al empleo de los presupuestos oficiales, a partir sobre todo de la aparición de los gigantescos planes destinados a frenar la crisis financiera, con su ambigüedad en el monto y destino final de las partidas que se proponen.

No es ocioso recordar que RSF mantiene una oficina en New York y otra en Virginia, además de una cuenta en Estados Unidos, que es gestionada directamente por su secretario general, y cuyos saldos no se publican, a través de la que se supone que fluyen los fondos recibidos de manos de las organizaciones estadounidenses.

Para agravar aún más su situación, otras dos de las fuentes de ingresos de RSF, la National Endowment for Democracy (NED) y el International Republican Institute (IRI,) están también bajo auditoría gubernamental, es decir, que los márgenes del problema siguen aumentando, pues los vínculos y los manejos están saliendo más a la luz, aunque de momento la prensa ha tocado muy poco el tema, cosa de hecho harto lógica.

Ménard no fue el primero en caer en este proceso. Poco antes había dimitido su ayudante y principal encargado de las acciones contra Cuba, R. Bourgeat, quien lo había acompañado a Miami en sus visitas y entrevistas. De tal manera, quienes han salido del juego, de manera más o menos encubierta, han sido los más cercanos al escándalo.

El resultado de los movimientos efectuados no debe ser un cambio de actitud de Reporteros Sin Fronteras, ni con respecto a los regímenes progresistas en general ni hacia Cuba en particular. De momento no parece que la nueva dirección sea más propensa a suavizar su discurso o su accionar, ni tampoco a renunciar al doble rasero con que miden el comportamiento de los temas de libertad de expresión y derechos humanos a escala global. Si algo cambia, puede ser algún matiz, la imagen, pero nunca un elemento esencial.

Es decir, que lo que se puede esperar es que continúe actuando en alianza con los centros de poder imperialista, en su función de ayudar a construir y fortalecer su hegemonía (en el sentido gramsciano) a través del manejo de la información. La principal afectación probablemente sea un recorte de los fondos obtenidos en Estados Unidos, lo cual disminuiría, seguramente de manera temporal, su capacidad de actuación y por tanto su impacto en los medios.

Y decimos que la afectación muy probablemente será temporal, pues la lógica nos lleva a suponer que, a no ser que la organización en su conjunto se vea envuelta de manera directa en un escándalo por corrupción que obligue a su disolución, se producirá un reacomodo en los contactos y los fondos continuarán fluyendo, dada la utilidad de la ONG para las elites del sistema.

* Centro de Estudios Europeos

 

 

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