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Cuba: coraje y valor

La Reunión del Grupo de los 20: Una mirada personal y polémica

Por Orlando Cruz Capote

En estos días se ha escrito y hablado, quizás no con la profusión necesaria y rigurosa, de la inminente Reunión del Grupo de los 20, sus causas, posible desarrollo, expectativas, consecuencias y perspectivas. Y cuando este escrito salga publicado, ya habrán comenzado las primeras sesiones.

Las controvertidas opiniones del carácter y los orígenes de la crisis que anteceden a este evento han motivado enfoques disimiles. Sin embargo una visión es diáfana: la crisis es multidimensional abarcando la economía, las finanzas, el comercio, el crédito, las hipotecas, las viviendas, los empleos, los salarios, los alimentos, la energía y la ecología.
 
Y se hace silencio -o no se brinda gran importancia- a la crisis de des-legitimidad política del sistema de dominación capitalista-imperialista, ahora transnacionalizado y neoliberal, que ya lleva años anunciando su descrédito y fracaso, por su carácter parasitario y descompuesto hasta la médula.

 

Pero los objetivos concretos de la conferencia no están muy meridianamente definidos, aunque los estratégicos y tácticos del momento histórico actual si: hay que defender y salvar al modo de producción capitalista, su sacrosanta propiedad privada y al mercado, fortalecer la moneda que revivirá la producción, la reproducción ampliada, la circulación, la distribución y el consumo derrochador y catastrófico, que pudiera ser un dólar remendado, un euro emergente o la invención de otra moneda que permita la supervivencia del sistema-mundo del capital.

 

Se tratará de recurrir a recosidos y seudo-transformaciones estructurales que no vayan más allá de un cambio radical. La máxima ya se ha escuchado por parte de los mandatarios de los EE.UU. y del Reino Unido: extraer más dinero de los contribuyentes, hacer que todos aporten por igual altas tributaciones al capital especulativo, depositando dinero en la banca transnacionalizada.

 

Estas parecen ser las soluciones que irán a “consensuarse”, no sin discrepancias -como las de Francia y Alemania, las de China, Rusia y Brasil, con sus matices- pero con grandes presiones y chantajes de los más poderosos que todavía pueden dictar ordenes y directrices. Algo diferente pero casi de lo mismo, porque si no todos nos hundimos. Solo que algunos, precisamente los no presentes que son la gran mayoría, ya están en el fondo de ese abismo y dependen a pesar de los pesares de una recuperación económica mundial, aunque sea solo un poco más racional.

 

Los líderes del capital -cuando no existen liderazgos visibles de peso y prestigio político, humanístico y ético- y sus asesores financieros y económicos no saben a ciencia cierta que camino seleccionar. Andan a oscuras, traicionados incluso por esos grupos financieros que hasta les roban de las grandes erogaciones estatales -los famosos salvatages salvajes-, aumentando la deuda de todos, cuando la culpa es de unos pocos. Y esto no es una opinión personal, está sustentada en criterios muy sólidos de premios nobeles de economía, que lo han ganado por sus criterios lógicos-racionales para recuperar el orden en el caos del sistema capitalista, unos más críticos y más agudos que otros.

 

Las alternativas antisistémicas y contra-hegemónicas de los asalariados explotados y oprimidos, de los campesinos arruinados, los estudiantes, los desplazados, los inmigrantes, los indígenas, los marginados y excluidos, los discriminados y olvidados -los pobres de la Tierra- no estarán en ninguno de los puntos de la agenda de esa super-reunión, porque están aún en incipiente proceso de articulación y no representan aún una variable de peso, una tendencia consolidada que pueda debatirse, a no ser en los enfrentamientos callejeros de las calles de Londres, otras capitales y zonas rurales del planeta o en los forum sociales mundiales.

 

Otra arista que se omite, y con mucha intencionalidad, es que está produciéndose otra reconfiguración de la geopolítica mundial. Muchos de los que estarán en la capital del antiguo Imperio británico, en el susodicho conclave -cuya significación semántica posee una connotación religiosa-, en mayor o menor medida están tratando de desalojar, aunque no de golpe, a los tradicionales centros de poder imperiales. Pero esa conferencia es tan parecida a un Opus Dei del capital por el carácter fetichista y místico de su contenido: la mercantilización de todo lo material y espiritual, lo tangible y lo intangibles, hasta los deseos, que nos surge la pregunta inevitable: ¿existirá un nuevo reparto del mundo real y no virtual? Es posible que los Estados Unidos sin perder su hegemonía inequívoca haga algunas concesiones necesarias a aquellos que pugnan por desplazarlo.

 

Las propuestas son variadas, y aunque algunos destaquen más que otros la defensa de los intereses de los condenados de la Tierra, los desposeídos y los excluidos -no solo de aquellos que dicen representar en la convención, en que sólo están presentes las economías más potentes y emergentes del planeta-, tal parece que estamos en presencia de un nuevo prorrateo de los últimos recursos naturales y humanos del mundo contemporáneo por parte de los fuertes y, en “última instancia”, del reverdecimiento de las permanentes contradicciones interimperialistas, tal como Lenin las definiera hace alrededor de un siglo. Salvo honrosas excepciones que dejan, sin embargo, lugar para una cierta duda y escepticismo del rol que puedan desempeñar en lo inmediato y lo más mediato en el espacio-tiempo. Y también podrán acaecer muchos reacomodamientos para que las perdidas sean menores entre los grandes magnates y sus Estados representativos de sus intereses.

 

Luego de un período de obtención de grandes ganancias -léase enormes cuotas de super-plusvalías- a costa de los trabajadores de los países del Primer Mundo rico y desarrollado y, fundamentalmente, de las masas populares de las periferias y del Sur geopolítico subdesarrollado, se llegó a un límite por las desregulaciones económicas-financieras y comerciales implementadas desde los organismos e instituciones internacionales -FMI, BM, OMC, BID- que forman parte intrínseca de esos poderes centrales que, únicamente, no lo constituyen el Grupo de los Siete, ni la hegemonía unilateral del imperialismo estadounidense, la unión Europea y el frente asiático con Japón en la avanzada de los denominados “tigres” de esa región del mundo. Se está ante el descontrol y la desregulación de las transnacionales monopólicas del capital, que de sus 700 mayores corporaciones mega-fusionadas, 500 tiene sus casas matrices en los Estados Unidos de América. Estamos hablando de un fracaso de un sistema que ha estado imperando por más de quinientos años y que tuvo un desordenamiento intencionado cuando los círculos de poder de Washington violaron los acuerdos de Bretton Woods, allá por la década del 60 y 70 de la pasada centuria.

 

Los límites de esa super explotación y super valor extraídos, no significa que estén perdiendo tanto dinero como alarmantemente se divulga en los mediáticos de la des-información e in-comunicación y en las quiebras insólitas y no creíbles de empresas y bancos que parecían intocables. Lo que está sucediendo, sin eliminar la tragedia real es que no están obteniendo las enormes riquezas como anteriormente las recibían o las robaban.

 

¿Civilización o barbarie? No creemos que los que asistan a esa reunión se impongan esa disyuntiva, porque será la complementación de ambas fórmulas para desgracia de los desposeídos de siempre. A esa solución solo se llegará cuando la humanidad sea el reino de la libertad y de la emancipación humana, con el comunismo como meta suprema.

 

Entonces si se podrá seleccionar críticamente, con criterios y cabeza propia, con conciencia revolucionaria. Porque la civilización es consustancial al socialismo, como etapa de tránsito hacia el comunismo. Y la barbarie capitalista será entonces expulsada al basurero de la prehistoria de la humanidad.

 


Dr. Orlando Cruz Capote, Investigador Auxiliar, Instituto de Filosofía, Cuba
Miércoles 1º de abril de 2009

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