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Cuba: coraje y valor

Una vieja deuda. Los núcleos duros y esenciales de una teoría política de izquierda (I)

Por Orlando Cruz Capote

La dudosa pluralidad de las izquierdas en los medios alternativos.

Cuando terminé de escribir hace un tiempo atrás el artículo “Hacia donde conducen las dolorosas escisiones y las denominadas disidencias de las izquierdas”, (1) tuve el convencimiento que debía dedicar un breve trabajo conceptual, muy sintetizado, acerca de los “núcleos duros” y esenciales que toda agrupación de izquierda o movimientos sociales y políticos antineoliberales debían poseer por necesidad teórica y práctica, mucho más si se declaraban partidarios de un modelo socialista. Tal exigencia se hizo más imperiosa cuando examiné algunos de los comentarios al texto citado y leído por muchos lectores de Kaosenlared, y porque anteriormente me había referido a estos fundamentos sin entrar en explicaciones. Sin embargo, no pretenderé presentar cátedra y menos dar lecciones a nadie en un tema de por sí escabroso, porque eso es una tarea de reconstrucción colectiva y la vida enriquece cada día a la teoría, aunque existan, repito, principios esenciales.

Ante todo debo confesar, en honor a la verdad y a modo de aclaración, que escribo directamente para los medios digitales cubanos y después los textos son solicitados, enviados y colocados en otras páginas alternativas de izquierda. Cuando hago esta declaración, la realizo pensando en aquellos que imaginan que redacto mis trabajos sólo para Kaosenlared que, aunque se declara muy plural desde posiciones de izquierda, también no ha sido muy selectivo en cuanto a los trabajos críticos publicados sobre países, gobiernos y procesos revolucionarios, democráticos y progresistas, con el objetivo de brindar su espacio a interpretaciones variadas, las cuales, muchas veces, no han sido muy principistas en la misión informativa, teórica e histórica, ideológica, política y de formación que una página Web alternativa debe desempeñar. En la búsqueda incesante de un discurso opcional ante el capitalismo-imperialista transnacionalizado se ha puesto entredicho, sin embargo, esa denominada pluralidad desde y entre las izquierdas porque, muchas veces, tal parece que se carece de límites y fronteras. Tal apreciación se observa nítidamente con lo que se admite y se expone sobre la Revolución Cubana de manera continuada, incluyendo fotos vulgares y artículos nada serios y mucho menos rigurosos.

Para demostrar esa tendencia transcribo parte de la protesta de una autora, Nancy Valiño, quien expuso sin ambages que “[...] Cabe preguntarse entonces porqué se producen estas “coincidencias” -de publicación- con los medios de desinformación arriba mencionados (se refiere la autora a la FAES, en España, y lo que se escurre desde cada ONG financiada desde el imperio por la USAID o la NED, etc.) que trabajan abiertamente con fines contrarrevolucionarios, esos mismos que KAOS intenta contrarrestar mediante su accionar de información alternativa [...] Recordaremos que hace unos cuantos días, en estas mismas páginas de KAOS podíamos ver un reportaje de características similares, dedicado entonces a la supuesta prostitución infantil en Cuba (el de Tele5), cuyo propósito fuera rápidamente desenmascarado no solo por los lectores sino también por diversos y numerosos sectores de la solidaridad española, entre otros. Entonces KAOS no tuvo ninguna duda sobre lo que se trataba y supo mantener un perfil alternativo, contribuyendo así a contrarrestar las pretensiones difamatorias de los autores de dicho programa televisivo [...] No es de mi interés centrarme aquí a analizar la participación contrarrevolucionaria que artículos como estos ha facilitado; la trollística labor de esos pocos foristas que han venido proliferando con sus “opiniones” en cuanto foro sobre Cuba se abre en KAOS es a fin de cuentas inocua y hasta pintoresca, por más diatriba y empeño le coloquen colgándose en la página [...] Lo interesante sería que KAOS pudiera explicar el grado real de espacio que procesos como el cubano, con sus diferentes visiones, puede esperar para dar a conocer opiniones y experiencias en esta página, facilitando la información y el debate entre revolucionarios. Para lo otro, ya son suficientes los espacios de difamación y calumnia que el imperio dispone en su obsesión de hundir Cuba y la revolución”. (Nancy Valiño Acerca del anónimo “Indiferencia”, publicado en sección Cuba, en Kaosenlared, 2008).

Por mi parte, a pesar de las ambigüedades exhibidas, continuaré redactando textos en defensa de la Revolución Cubana y otras causas justas que se libren en cualquier lugar del mundo y no dejaré de agradecer al Consejo Editorial de Kaosenlared la colocación de mis trabajos, cortos y largos, en sus páginas. He asumido siempre la máxima que ningún espacio debe dejársele libre a los que critican a la Revolución. Si la batalla es en el terreno de las ideas, hay que ganarla con los pensamientos, como expresara el Apóstol de la independencia de Cuba José Martí, pero siempre con pensares y acciones racionales, dialéctico-lógicos y auténticamente revolucionarios. Nunca utilizaré una palabra obscena y vulgar contra mis oponentes, aunque no cejaré en tratar de denominar, en los términos que encuentre más apropiados, a esos que hipercritican todo, con el objetivo de no dejar lugar a dudas, de sus pretensiones abiertas y encubiertas muy intencionadamente negativas hacia Cuba socialista.

En la historia más reciente ese idioma del engaño, desde la semántica, los juegos lingüísticos y el simulacro desde la política fue algo que aconteció, por ejemplo, en el proceso de la Perestroika soviética cuando los autodenominados “reformistas”, “aceleradores”, “demócratas” y “socialistas” de la glasnost (transparencia informativa) y del nuevo pensamiento en las relaciones internacionales acusaron a muchos de los verdaderos revolucionarios y comunistas de “estalinianos” y “conservadores”, y bajo esas designaciones arbitrarias fueron expurgando a los individuos y grupos más consecuentes de los aparatos de dirección de la sociedad soviética, desprestigiando al partido y sus militantes -aunque es cierto que existía un anterior deterioro y corrupción en el aparichk-, para al final sustituirlos, con la ayuda de los auto-conversos y las agencias especiales capitalistas, por aquellos que provocaron el roll back del socialismo en ese país y lo condujeron hacia el capitalismo más salvaje.

Como conocen que las experiencias históricas fueron aprendidas por los revolucionarios cubanos y sabiendo que en Cuba no van a existir silencios cómplices, ni entregas ignominiosas de las banderas de la dignidad de la patria soberana, independiente y socialista, ni tampoco el gobierno cubano va a proceder al encarcelamiento y censura extrema de todo aquel que comente una inconformidad y un desacuerdo -sino lean lo que el cantautor Pablo Milanés ha estado declarando y diciendo desde España recientemente, (2) y regresa siempre a Cuba para dar sus conciertos-, no les queda más remedio que azuzar campañas de miedo, advirtiendo sin cesar además que si no cambiamos de forma acelerada los contenidos y formas de nuestro modelo socialista, nos encaminamos irremediablemente al desastre.

En ese caso, la intencionalidad y la manipulación “científica” es más evidente cuando se proclaman futurólogos y ven en todos los derroteros trazados -las medidas que han sido tomadas paulatinamente- sean de un tipo o de otro, un Apocalipsis irremediable para el socialismo cubano. Defensores de una pregonada diversidad y heterogeneidad “conceptualista” y practicista no admiten, sin embargo, nada que no sea lo que ellos escriben en raras entelequias políticas, económicas, sociales, ideológicas y culturales -podemos darles el marbete hasta de filosóficas- muy peligrosas para una Isla tan cercana a los EE.UU., su adversario principal, si se perdiera el consenso de apoyo mayoritario de la población a su independencia y socialismo nacional, que parecen promover de forma consciente, “ingenua” y premeditadamente con los persistentes llamados a disentir de todo lo que se proyecte realizar o se lleva a efecto. Para mayor coincidencia histórica, con los ejemplos del llamado socialismo real. están incitando a un aceleramiento en los cambios, a una mayor democracia -con tufillo liberal-, a utilizar el sistema de cooperativas y asociaciones libres de productores como forma esencial en la economía de la Isla, a cambios en la Constitución de la República y hasta lanzaron, antes del llamamiento al VI congreso del partido comunista cubano, un proyecto programático donde se expone sin ambages que el papel rector de esta organización de vanguardia debe eliminarse, y convocan a “foros políticos” de internautas en apoyo de tales proyectos que desean convertirlos en plataformas de obligada lectura y aprobación por todos los que tienen acceso a Internet.

Sin embargo, en ocasiones, no es tan fácil leerlos y comprender a las claras sus reales objetivos pues se dan el lujo de citar constantemente a Marx y Engels, a Martí, Fidel, al Che y Raúl, entre otros destacados teóricos y políticos revolucionarios, y luego lanzan sus interpretaciones muy confusas y enigmáticas, hasta para sus partidarios, quienes les reprochan e interrogan cuáles posiciones tienen y que aspectos critican en tan variados tonos, formas y contenidos, tan ambiguos y contradictorios. ¿Serán anarquistas y trotskistas trasnochados y, además, postmodernistas -de derecha- con un disfraz de izquierda marxista radicalizada? ¿No se percatan a quienes atraen hacia su lado y a quienes perjudican?

No es que presupongamos que cualquier crítica pueda resultar absolutamente infundada, incluso aquella que provenga del campo de los adversarios, opositores y los renegados. Hemos aprendido del leninismo y del pensamiento de Fidel Castro y de Ernesto Che Guevara que una información contentiva de una media mentira, con verdades manipuladas tiene su posible referencia en una realidad tangible o no, que a veces no es percibida ágilmente por los que están inmersos en la hechura teórica, ideológica y política de la obra revolucionaria. Aunque siempre la Revolución Cubana y sus ciencias sociales han declarado que su proceso socialista no es perfecto y si perfectible, tampoco se asumen los cuestionamientos con una actitud de negación metafísica, venga de donde venga, porque ello podría conllevar a un enclaustramiento muy escolástico que es antagónico al desarrollo de una teoría marxista y martiana, socialista creadora y original que, como sabemos, surgió en la crítica y la autocrítica continuada, como medio de auto-superación y que posee todas las potencialidades más eficientes para el uso adecuado y constructivo, precisamente, del arma de la crítica y en la correlación directa y dialéctica con la crítica de las armas.

No podemos temer a las disensiones y a los opositores -que siempre han existido a lo largo de la historia de la humanidad-, porque muchas veces la autocomplacencia, el triunfalismo y la apología desmesurada, conjuntamente con el dogmatismo pérfido, (3) han realizado más daño a la etapa de construcción del socialismo, que las duras críticas y autocríticas que ayudan a corrigen su rumbo. Tales asonadas hipercríticas de los denominados disidentes, los liberales burguesas y los neoconservadores de toda laya pueden llegar a ser, a fin de cuentas, un pequeño botón de muestra de que algo o muchas cosas no están funcionando bien en nosotros mismos, y entonces lo recepcionamos críticamente midiendo su dimensión cuantitativa y cualitativa, porque, lamentablemente, casi siempre son tremendistas.

Y eso lo conocen, lo comprenden y lo intentan responder y solucionar todos los que están comprometidos con los procesos de rectificaciones de los errores, deficiencias e insuficiencias dentro de Cuba -teniendo como antecedente inmediato aquel iniciado entre 1984-1986 hasta 1990, que hubo de posponerse por la implosión del denominado “socialismo real”-, y siempre junto al pueblo trabajador y de toda la sociedad cubana en su enorme diversidad socioeconómica, clasista, multirracial, política e ideológica, pluricultural y espiritual. Como escribiera acertadamente el sacerdote nicaragüense Ernesto Cardenal “[...] No se trata de no tener prejuicios teóricos sino de tener los prejuicios teóricos correctos”. Al que podíamos solo cambiar una palabra: no se trata de no tener prejuicios políticos sino de tener los prejuicios políticos correctos. Y agregaríamos, todo ello con ética revolucionaria.

El marxismo y sus núcleos duros.

Nada más difícil e imposible para un saber o ciencia filosófica-humanística, reflexiva y transformadora, que construir un sistema de principios eternos e inamovibles, porque ninguna teoría social puede ser cerrada ante los cambiantes tiempos y espacios de la realidad. La dialéctica y el historicismo han brindado demostraciones tangibles que lo auténtico y lo genuino están siempre en permanente movimiento y que los momentos de relativa inercia, quietud y hasta de unidad -de variados contrarios- son muy efímeros, especialmente, en los cuerpos societales.

En el caso específico del marxismo creativo e innovador, ajeno a la letra muerta, calcada y vulgar, y si muy congruente con el espíritu crítico-reflexivo y su praxis transformadora revolucionaria, debemos comprender que estamos en presencia de una teoría y metodología científica, una cosmovisión del mundo, una concepción materialista de la historia, una filosofía de la práctica, una guía para la acción, una lógica y una dialéctica viva, así como ante un conjunto de valores epistemológicos, éticos y humanistas, también ecologistas, de una elevada trascendencia. Estos serían sus primeros núcleos duros, los más esenciales. Sin embargo, sus fundadores Carlos Marx, Federico Engels y Vladimir Ilich Lenin, así como sus auténticos continuadores jamás pensaron enclaustrar sus pensamientos y accionares en fórmulas y esquemas preconcebidas y dictaminadas a priori. Las denominadas crisis teóricas y prácticas del marxismo, también lógicas y dialécticas, nunca han sido terminales porque más que todo poseen un problema a solucionar de continuidad-ruptura que tiene, por sí, un carácter superador, dado por la naturaleza de su búsqueda incesante de la justicia social, la equidad, la igualdad y la libertad colectiva e individual, todos principios reflexionados y practicados de manera integral.

En el caso de los Estados-naciones, los nacionalismos y los pueblos que integran una nación determinada, aunque en momentos de su historia algunas variantes del marxismo subestimaron las luchas nacionales y el nacionalismo patriótico y universalista -si no se complementa con lo segundo es y será un nacionalismo estrecho, aldeano vanidoso o xenofóbico-, el marxismo se plantea el deber y el poder existir de esa nación y su Estado correspondiente en cada país, como derecho legítimo a la autodeterminación de cada pueblo en procurarse el gobierno y régimen político que desee y gane en el combate nacional liberador y social. Esto significa la independencia, soberanía y seguridad nacionales combinadas con la solidaridad complementaria y el internacionalismo socialista. Por eso la teoría se trazó como misión, a lo endógeno y lo externo de los países, la eliminación de la dependencia y el clientelismo hacia las metrópolis externas capitalistas-imperialistas, el poner fin al atraso y la deformación estructural de la economía, con sus secuelas sociales de explotación, opresión, racismo, discriminación, así como de marginación, pobreza extrema y exclusión. En ese sentido el Amauta Peruano, José Carlos Mariátegui, defendió en época tan temprana, como la década del 20 del pasado siglo, a los pueblos originarios de su terruño natal, dándoles un lugar protagónico en el batallar por un socialismo indoamericano, muestra elocuente de un marxismo adecuado a una realidad nacional, pero también continental, en la que los indígenas son parte y todo de nuestra propia naturaleza y sociedad. No podrá haber, ni puede existir el intento de mexicanizar, peruanizar, entre otros ejemplos, a ese originario porque el tiene ganado su espacio y tiempo anterior al conquistador y colonizador, al criollo y el nacional -porque el mismo lo es- y, por lo tanto, tiene plenos derechos a su autonomía dentro de los marcos de un Estado plurinacional o multinacional, como lo han refrendado las constituciones de Bolivia y el Ecuador, con sus semejanzas y diferencias.

Pero como meta final de esa etapa de tránsito, de construcción del socialismo hacia el comunismo, está la extinción paulatina del Estado, las clases y los antagonismos entre las mismas, hecho que comienza imperceptiblemente a suceder desde el inicio del triunfo del socialismo. No obstante, ante la realidad palpable de que el proceso de desconexión hacia el sistema-mundo capitalista no se ha logrado por parte de ninguna organización comunista y movimiento socialista auténtica desde el poder, es inevitable que ese Estado deba fortalecerse y cohabitar con la existencia de los pueblos (nacionalidades, etnias), las diversas estratificaciones socioclasistas existentes a lo interno y países con gobiernos de todo el espectro ideopolítico, por un largo período de tiempo.

Por lo que debe introducir en sus prácticas, paulatinamente, las maneras experimentales-alternativas y permanentes de diversas formas de producción, reproducción y distribución más descentralizadas, aunque las proporciones de esas variantes sean, por su peso económico, mucho menor que el del resto de la economía estatal. Toda forma cooperativa y de auto-gestión pueden introducirse controladamente y, regulándose por el Estado socialista, pero sobre todo por los propios ciudadanos, en el sentido de educarlos en la co-responsabilidad en los asuntos económicos, políticos y sociales, jurídicos, morales y culturales, y evitar que se sientan enajenados y alienados, por deficiencias burocráticas en la democracia participativa de los procesos productivos. Esa participación popular se constituye definitivamente en la parte decisoria, conjuntamente con su capacitación educacional, cultural e ideopolítica integral, del proceso constructivo socialista. Y ese proceso no puede ser un paso voluntarista, porque existen fuerzas enormes a lo interno y lo externo que se contraponen a su crecimiento y desarrollo.
Asimismo el marxismo delineó la unidad en la diversidad de las clases, pueblos explotados y oprimidos, y llamó a las naciones que transiten por las vías socialistas, ya sean a través de la revolución y/o la reforma, hacia la urgente articulación de las fuerzas revolucionarias a lo interno y, en nuestro caso de los pueblos latinoamericano-caribeños, el Sur geopolítico, a la integración-unidad de las naciones, en función de las grandes mayorías, sin menosprecio, subestimación u obviando las demandas de las minorías. Quizás en esa etapa integracionista los Estados-naciones puedan ceder parte de su soberanía, de forma relativa, que no es lo mismo que una soberanía limitada, en aras de esa integración complementaria-solidaria en lo político, económico-comercial-financiero, lo social y cultural, y que no elimina las diversidades, sino que las incluye.

Esta teoría marxista representa y se contrapone de forma dialéctica a otros cuerpos filosóficos especulativos y abstractos, empíricos y fenomenológicos, existencialistas y psicologistas, idealistas -objetivos y subjetivos-, entre otros, pero no con un rechazo absoluto y ciego hacia esas corrientes y tendencias, sino a través de diálogos constructivos, contradictorios y hasta posiblemente antagónicos, para enriquecer y tomar lo más positivo del pensamiento universal y enriquecer su acervo, con principios electivos-selectivos críticos.

Esa etapa copista y mimética de manuales y prácticas socialistas que muy poco tenían que ver con la teoría marxista en su espíritu, la vivimos en Cuba y comenzamos a rectificarla con orden, mesura y buscando posibles respuestas en nuestras mejores tradiciones patrióticas y culturales, en el pensamiento martiano y el marxismo a nivel latinoamericano-caribeño y universal, para reencontrarnos en una etapa superior con esa necesaria articulación o hibridación-síntesis dialéctica que nos permita consolidar un pensamiento teórico a la altura de los tiempos que transcurren. El propio máximo líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro lo expresó, en la inauguración del IV Congreso del PCC, el 10 de octubre de 1991, de la siguiente manera: “[...] Nos percatamos de que una parte de los problemas que teníamos era como consecuencia de la copia de experiencias de los países socialistas, puesto que fueron los primeros y los que alcanzaron un enorme prestigio, no todo malo ni mucho menos, sería injusto decir eso. Siempre hay experiencias útiles en muchos campos que pueden utilizarse, pero desgraciadamente en nuestro país se cayó en una tendencia a la copia mecánica; todo lo que de allí venía era sagrado, todo lo que venía de allí era incuestionable, todo lo que estaba en un librito era indiscutible. Esa tendencia se desarrolló con notable fuerza y lo digo sinceramente no con poco desagrado por parte de algunos de nuestros compatriotas”. (4)

Cinco años antes, en el discurso pronunciado durante la clausura del V Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), Fidel había argumentado sobre la necesidad de estudiar y conocer sobre el marxismo creador: “[...] Por eso hablábamos de la instrucción revolucionaria, del marxismo-leninismo, que es una teoría revolucionaria que hay que aplicarla de una manera consecuente, de una manera revolucionaria. Hay principios que no se pueden olvidar [...] la aplicación viva, consecuente, revolucionaria, de las ideas del marxismo-leninismo. Los hombres interpretan e interpretan de muchas maneras diferentes, ¡pero nosotros debemos tener nuestra forma de interpretar las ideas revolucionarias del marxismo-leninismo!” (5)

El marxismo en Cuba encontró terreno fértil desde la segunda mitad del siglo XIX, con serias limitaciones. Y su asimilación crítica, que hoy continúa, sufrió y sufre los avatares de la lejanía eurocéntrica de este cuerpo filosófico y revolucionario, de las traducciones y versiones tardías e insuficientes de los textos de los clásicos y sus continuadores, y hasta de los errores y deficiencias del accionar de los propios marxistas, entre otras izquierdas cubanas y del movimiento socialista y comunista internacional. Pero estas ideas llegaron para quedarse. Cuando en agosto de 1925 surge el primer partido marxista-leninista en la Isla no fue un hecho fortuito o un traslado extemporáneo de concepciones ajenas a la realidad nacional. No fue extraño entonces encontrarse a Carlos Baliño creando junto a José Martí al Partido Revolucionario Cubano (1892) y luego verlo fundando, al lado de Julio Antonio Mella, al Partido Comunista de Cuba. Más tarde no es tampoco una rareza observar y ver a Fidel Castro creando, de lo mejor de las miembros del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, del Directorio Revolucionario 13 de Marzo y del Partido Socialista Popular -las fuerzas fundamentales que batallaron contra la tiranía de Batista, aunque no las únicas-, al Partido Comunista de Cuba, el 3 de octubre de 1965. Los sólidos puentes históricos a través de las mejores tradiciones y generaciones revolucionarias se realizan cuando el espacio que separa las riberas de la historia popular, necesita de urgente comunicación y continuidad-ruptura superadora.

La explicación de este proceso, en sus esencias, fenómenos y mediaciones, deben ser lúcida y brillante. No valen comparaciones metafísicas y mucho menos forcejeos teóricos para tratar de encajar la realidad en los conceptos, las leyes actuantes en una etapa con la vida real de esa o de otra. Ni la República de Martí era socialista, ni la que proyecta el proceso revolucionario cubano coincide totalmente con la martiana, lo que se trata es de las esencias de ambos cuerpos de ideas y de las prácticas, del alma de esas concepciones, de los puntos de identidad o coincidencia en cuanto a valores nacionales-patrios, éticos, solidarios, de equidad y justicia social. De aquellos valores que resaltan la necesidad de la integración y unidad de los países de Nuestra América desde el latinoamericanismo, el antirracismo y el antimperialismo militante hasta la dignidad plena del hombre, la moral y la ética humanística que enarbolan en cada instante y espacio, acorde al momento sociohistórico concreto. Un ideario se complementa con el otro, con un elemento condicionante fundamental: el quehacer creador cotidiano, específicamente temporal y espacial, que debe rebasar las expectativas de ambos proyectos. La historia de Cuba, la pasada, la presente y la futura no podrá realizarse sin las ideas martianas y marxistas, como tampoco deben reducirse todo a estos ideales y accionares, y no verificar las influencia de otras escuelas de pensamiento en el decursar histórico cubano, pero estas son las esenciales.

La filosofía marxista, en su actual crisis de superación que ciertamente ha tenido un espacio-tiempo muy dilatado, está asumiendo un rol cada vez mayor en la polémica, aunque es deseable y necesario que formule valoraciones generales y universales, así como particulares y singulares para cada localidad, nación, región e internacionalmente, con fines diagnosticadores pero también propositivos, basados en las diversas realidades sociohistóricas y políticas concretas de la vida real. Sobre su situación real en Cuba el destacado politólogo, Fernando Martínez Heredia afirmaba, en el año 1995, que “[...] mi impresión es que el viejo “marxismo-leninismo” aún funciona, como una rueda cada vez más suelta, en unos casos desvaído y en otros ligeramente remozado y mezclado con ingredientes “occidentales” [...] lo más visible es una suerte de vacío ideológico aparente. Me preocupa mucho que la agonía vergonzante del “marxismo-leninismo”, que durante 20 años fue confundido con todo el marxismo, aumente el desaliento y la confusión actuales. Hay que evitar que esa ideología arrastre en su caída a todo marxismo posible”. (6) Y el filósofo José Ramón Fabelo, expresó que eran muchas las limitaciones de aquellas formas de interpretar el marxismo y el leninismo como la “(…) excesiva dependencia de la política, exagerado optimismo histórico, limitado filo crítico hacia la realidad socialista, elementos de teleologismo y de universalismo abstracto, visión cerrada y conclusiva de la teoría de Marx, Engels y Lenin, negación absoluta de todo posible aporte realizado en los marcos de filosofías no marxista, etc.” (7)

Y aún en nuestros días, luego de cerca de 19 años de Período Especial, se puede percibir que en Cuba, el marxismo auténtico y creador -o los marxismos, porque indudablemente son plurales y tienen gentilicios según los países, movimientos sociales y políticos y modelos- ha perdido relativamente el espacio hegemónico intelectual y político en el seno de la sociedad y la cultura política, con una repercusión inmediata en el sistema de enseñanza nacional y en los procesos formativos de las nuevas generaciones de cubanos, así como en su presencia en las interpretaciones y análisis de los problemas sociológicos, económicos, psicológicos etc., y en algunos discursos de la propia política ejercida que, aunque enuncie su profesión de fe hacia el mismo, (8) aun parece (des)-apuntar hacia varias cosmovisiones y cuerpos teóricos-filosóficos produciéndose, lógicamente, un eclecticismo muy paradójico o contraproducente para el socialismo cubano que queremos redefinir y reconstruir. Y estamos hablando de un marxismo coherente, sistémico e integral como teoría, como guía y método. La celebración del VI Congreso del Partido Comunista de Cuba en este año 2009, puede realizar un aporte esencial en ese redimensionamiento y reactualización del presente y el futuro marxista-socialista, a corto, mediano y largo plazo.

No obstante, en estos duros y difíciles años de Período Especial en Tiempos de Paz -comenzado en septiembre de 1990, el cual no ha culminado- que continúa significando una difícil crisis económica con su secuelas sociales y conflictos de valores en la vida espiritual del cubano, colectiva e individualmente, y que nunca constituyó una crisis de ingobernabilidad e inestabilidad política, estamos tratando, paulatinamente, de reconstruir una teoría marxista y martiana articuladoras, pero reconociendo que el esfuerzo no es aún suficiente, porque pasan, y que se basan, en la ideología y la política, la ciencia, el arte de gobernar y ejercer el poder popular, las relaciones entre dirigentes-dirigidos, todos atravesados perpendicularmente por la ética.

Por lo que es urgente revisarla -sin sentido peyorativo-, revitalizarla y hasta reinventarla como expresó Alfredo Guevara, destacada figura intelectual cubana, y relanzarla hacia el presente-futuro. Ya que siendo una teoría y práctica subversiva-revolucionaria está necesitada de profundas transformaciones internas para convertirse en una guía para la acción en la contemporaneidad, no sólo para Cuba sino a nivel continental y planetario. Por ello, ya en nuestros días se dan pasos inteligentes para su reimplantación renovada en el sistema de enseñanza superior, para luego re-introducirla en los niveles secundarios y preuniversitarios, incluso en las Sedes Municipales Universitarias (SUM). Esos intentos intelectivos deben y tienen que ampliarse hacia los medios de comunicación e información masivos y los demás espacios culturales de la sociedad antillana.

Los tiempos de cambio no sólo son de incertidumbres. Más que todo, en las épocas transicionales -y esta es una de ellas a nivel planetario- se crean dudas e interrogantes permanentes, pero urgen de transformaciones que tienen a su vez que ser repensadas profundamente por el carácter muchas veces efímero y apresurado de lo que acontece, por lo que es un riesgo albergar rapideces en los necesarios cambios si no se definen diáfanamente los potenciales y las tendencias auténticas que, además de ser reales, forman parte de otras muchas que no son fundamentales, por lo que la espera, esa que algunos plantean agota, rutiniza e inmoviliza, se convierte en un momento de reflexión necesaria. La máxima marxista de que hay que transformar al mundo, no ignora o anula la permanencia de repensar también continuadamente en el mismo.

Aunque la espera no ha sido parte de la historia pasada, presente y futura de Cuba, sino el cambio inmanente de un pueblo nuevo en ebullición. Es la resistencia activa, aquella incluyente del desarrollo material y espiritual la única alternativa que resulta eficaz. Y eso no se construye armando pasarelas intelectuales -como si estos fueran el ombligo del mundo- entre las dos orillas que demarca el Estrecho de la Florida, sino que debe decidirse en Cuba, aunque podamos tender la mano a aquellos que aun en la emigración no han perdido sus raíces, incluso a lo mejor del pueblo norteamericano y de otros pueblos, en un intercambio de todo tipo sobre la base del respeto mutuo. Pero ese cambio es fundamentalmente a lo interno y ello no tienen cabida los apartidas y mercenarios, aquellos que Martí denominó sietemesinos.

El Hombre Nuevo, del que habló y escribió el Comandante Ernesto Che Guevara, que no es más que la transmutación del Sujeto Popular -el pueblo en su riqueza heterogénea de todo tipo- en el Sujeto Histórico-Político que será el hacedor principal en esta novísima etapa. Pero requiere de mecanismos de construcción desde muchos ángulos, y no será nunca un proceso natural espontáneo el que coadyuve a esa transformación, no exenta de grandes obstáculos, que debe permitir llevar a cabo la “labor filosófica” -como afirmaría Antonio Gramsci- con el fin de elevar el nivel educacional, político-ético y moral de ese sujeto popular, y ello se logra con revoluciones culturales y morales incesantes para escalar niveles superiores en el desarrollo de la cultura política-popular revolucionaria socialista. Ese sujeto histórico-político, nacido del sujeto popular, debe crecer y desarrollarse en todos los sentidos, con vistas a lograr la hegemonía ideológica y política, ética, cultural y científica -en donde estará en el lugar que le corresponde, la filosofía, por su carácter integral-generalizador-, porque solo ese es el camino real para proceder a la continuación y superación, con las inevitables rupturas, de la tarea de concientizar a los actores sociales -hoy redimensionados en el cuerpo societal- que deben proseguir el acto creador e histórico de construir el socialismo.

El núcleo duro y esencial del marxismo.

Pero el marxismo, como teoría compleja, que nació y se desarrolla constantemente con los adelantos de la ciencia y la técnica, más los nuevos e infinitos conocimientos de las ciencias sociales y humanísticas de todos los tiempos, en las esferas de la vida material y espiritual, tiene su núcleo duro y esencial, (9) no tan determinista como han querido imputarle, ni tampoco tan relativista a ultranza como han querido revestirlo, entre otros, los neomarxistas, los deconstruccionistas y los postmodernistas de derecha. La dialéctica marxista no es un material ni una idea elástica, moldeable a cualquier circunstancia y capricho de los hombres y la naturaleza, en la que ambos conviven mancomunadamente en esa realidad holística, sino que opera en la objetividad y la subjetividad relacional, incluyendo las intersubjetividades, en una intervinculación socioeconómica, política, ideológica, cultural urgente, transicional, efímera y durable. Aunque no podemos re-caer en el viejo y aún presente error de que la sobre-suficiencia de la razón instrumental y la penuria de los valores éticos y morales humanistas -que enunciaron en su momento los mejores exponentes de la modernidad- no sean cumplidos otra vez y se desvíen destructivamente las vías de los conocimientos científicos y sus resultados en la práctica societal. Nuestra imaginación y conciencia social, política y cultural tiene ahora, por experiencias y enseñanzas de la historia, que estar a la altura de la imaginación científica y tecnológica. De que forma se resolverá ese dilema nos va la supervivencia como especie humana.

Ese núcleo duro y fundamental, del que hemos ya expuesto partes importantes, además de ser flexible táctica y metodológicamente, está diseñado para acoger las dinámicas y tensiones, contradicciones antagónicas y no, objetivas-reales y subjetivas-ideales, para reajustarse, readaptarse y re-articularse con otros pensamientos y accionares revolucionarios. Pero tiene el marxismo, para este autor, los siguientes principios inalienables, sumados a los anteriormente enunciados:

A) El carácter científico -no cientificista- de sus explicaciones e interpretaciones acerca de las leyes fundamentales que rigen el desarrollo de la historia de la humanidad y, en especial, aquellas regularidades del modo de producción capitalista y la obtención de la plusvalía -el super-plus o la superganancia- por la burguesía explotadora y opresora, propietaria privada de los principales medios de producción, objeto central además de su crítica demoledora y hasta ahora tesis irrebatible, a pesar de la existencia y supervivencia de este sistema y sus formas de re-acomodarse a las diferentes problemáticas, tal como sucede en la actualidad en su etapa imperialista mundializada-transnacionalizada y neoliberal y sus crisis cíclicas que, en este momento, se prefigura como una crisis múltiple -económica-financiera, alimentaria, energética y ecológica- de carácter estructural;

B) El lugar de la práctica en la teoría del conocimiento como comprobación-demostración y criterio de la verdad;

C) El despliegue de las leyes objetivas que rigen, con sus mediaciones inevitables, en las formaciones económico-sociales, en especial, la dialéctica de la correlación entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, las inter-vinculaciones de las formas de propiedad en ese sistema y, como correlato, las que subsisten en el propio socialismo, etapa de tránsito hacia el comunismo;

D) El estudio serio y riguroso de los factores que intervienen directa e indirectamente -las denominadas mediaciones- en el proceso de producción de la conciencia humana, su cultura y sus comportamientos (las costumbres, las idiosincrasias, las religiones, el arte, la estética, los ritos, los mitos, el folclor, la psicología social e individual, la sociabilidad y vida cotidiana etc.), y las formas que adoptan en las heterogéneas realidades sociohistóricas concretas, en las cuales las condicionantes económicas son “en última instancia” las que influyen en la definición de las formas de esa conciencia, pero que no significa que el factor subjetivo, en mayo grado de lo que anteriormente se suponía, desempeñe un rol importante y determinante en los cambios que se suceden en las diferentes sociedades históricamente determinadas;

E) El papel impulsor de las clases y la luchas de clases como motor de la historia y su papel en las revoluciones, hasta arribar a la Revolución Social superior: la comunista, cuya etapa de tránsito -no tan efímera en el tiempo como se pensaba optimistamente- es el socialismo, y que conduce hacia la eliminación del Estado y a la propia existencia de los antagonismos de clases, pero que asume esta realidad socioclasista como una esencia no reduccionista, sino que tiene en cuenta las otras diversidades sociales: las étnicas-nacionales, las raciales, las de género, las sexuales, las comunitarias, las generacionales, las lingüísticas, las culturales, etc., así como los emergentes y presentes nuevos movimientos sociales y políticos, aún necesitados de articulaciones duraderas;

F) El marxismo tiene que ser ampliamente democrático, dialogador y polémico. Aunque al interior del partido, históricamente construido, se practique el centralismo-democrático, en el cual la minoría se suma al consenso logrado por la mayoría de sus miembros seleccionados por su ejemplaridad y méritos, combatividad y espíritu de sacrifico, esa democracia debe ampliarse más allá de la propia organización que tiene que re-constituirse el Partido de la nación Cubana, como se proclamó en el V Congreso de 1997.

Pero por naturaleza, el socialismo es democrático. Aunque hoy día no utilicemos el término de dictadura del proletariado, por su connotación semántica y atemporal de contenidos, el significado leninista de la misma -al cual hizo aportes imprescindibles Rosa Luxemburgo y otros marxistas en las diferentes épocas- mantiene vigencia, porque no es que exista un socialismo democrático -paradoja repetitiva si no lo es-, sino que la democracia socialista de y para las mayorías, en sus distintas etapas de desarrollo, en los cuales existen momentos de estancamientos y retrocesos, por coyunturas internas y externas, es un hecho intrínseco consustancial al socialismo.

Uno de los fallos del socialismo que se desarrollaba en los países del campo socialista centro y este europeo fueron las limitaciones de los marcos democráticos del sistema, que no pueden reducirse a los actores sociales anteriormente explotados y oprimidos sino que tiene que incluir a todos los miembros de la sociedad civil y política que varía en su composición y estructura, educación cultural y preparación ideológica y política en el proceso transformador socialista, por muy conflictivos que se comporten en el seno del cuerpo societal. Porque el socialismo tiene la misión de persuadir ideopolíticamente a todas las clases, capas, grupos, sectores, estratos, segmentos y estamentos de la población, para ganárselos a la causa común, en dinámicas muchas veces tensionales;

G) El marxismo reflexiona y trabaja con los mecanismos objetivos y subjetivos que propician la enajenación / alineación y la cosificación / fetichismo, con el fin de revertirlos. No obstante, reconoce que estos se reproducen metabólicamente -del modo de producción capitalista- en el nuevo sistema, y que convierte en mercancía a todo objeto y sujeto, y no únicamente a nivel de los países que asumen ese sistema de dominación múltiple del capital sino que abarca a todos en el planeta Tierra, permeando y absorbiendo a las otras formas precapitalistas y postcapitalistas, porque es un sistema-mundo capitalizado -eurocéntrico y también norteamericanizador- que lo realiza a través de las relaciones existentes en ese mercado capitalista absolutizado con su sacrosanta propiedad privada, y también por los vínculos económicos, comerciales, financieros, informatizados, comunicacionales, mediáticos y culturales, del capital, hegemonizante y uniformador a través del denominado pensamiento único. Al que no escapa, lamentablemente, el socialismo en su contenido, al construir la nueva economía política, la cultura política y las formas de hacer política y democracia.

Estos principios, o el denominado “núcleo duro” del marxismo, también lo poseen otras ciencias sociales integrales, específicamente las filosóficas de cualquier escuela, tal como afirma Imre Lakatos, (10) pero con diferenciado carácter, sentido y contenido. De ninguna manera constituyen un recetario de normas invariables para todos los tiempos y espacios sociohistóricos, ni siquiera son fórmulas esquemáticas para aplicarlas mecánicamente. Recordamos ahora un graffiti escrito en una pared de una ciudad sudamericana, en la década del 90 del pasado siglo, en el que se leía: “¡Cuando teníamos todas las respuestas, nos cambiaron las preguntas!”, lo que denota que no hay recetas de solución finiquitada para todas las interrogantes, porque específicamente la vida social muta, se transforma continuamente y hay que estar preparados para investigar, estudiar y buscar posibles satisfacciones a viejas y nuevas problemáticas conflictivas. Ni practicismos divorciados de la teoría, ni teoricimos divorciados de la práctica. Eso significa la muerte del marxismo y de otras corrientes de izquierda, a las cuales les dedicaremos la segunda parte.

Notas bibliográficas y referencias:
(1) Orlando Cruz capote “Hacia donde conducen las dolorosas escisiones y las denominadas disidencias de las izquierdas”, en Cubacoraje.cu, martes, 16 de diciembre de 2008 y Kaosenlared.net, diciembre de 2008.
(2) Pablo Milanés “El cantante cubano Pablo Milanés crítica al gobierno cubano de Raúl, en Kaosenlared.net, 15 de julio de 2008; “El socialismo cubano se ha estancado”, en Kaosenlared.net, 29 de diciembre de 2008.
(3) Claudio Katz “Los efectos del dogmatismo I.; Catastrofismo”; Esquematismo II, en http:// www.rebelión.org /
(4) Fidel Castro Ruz “IV Congreso del Partido Comunista de Cuba. Santiago de Cuba, 10-14 de octubre de 1991. Discursos y documentos”, Editora Política, La Habana, 1992, p.43.
(5) Fidel Castro Ruz “Discurso de Clausura en el V Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas (7 de abril de 1987)”, en Por el Camino Correcto, Compilación de textos, 2da Edición, Editora Política, La Habana, pp. 137-138.
(6) Fernando Martínez. Heredia “Izquierda y marxismo en Cuba”, en Temas, No. 3, oct.-dic., La Habana, 1995, p. 23.
(7) José Ramón Fabelo Corzo “La filosofía y el socialismo en Cuba”, Revista Cubana de Ciencias Sociales, No. 36-37, Instituto de Filosofía, La Habana, jul/05-may/2006, p. 145.
(8) Orlando Cruz Capote “La Identidad Nacional y el Socialismo en Cuba. (1985-2007)”, Revista Cubana de Filosofía, No. 7, Septiembre- Enero, 2007, ISSN: 1817-0137. www.filosofia.cu
(9) Hemos utilizado el texto de Pablo Guadarrama González “El “núcleo duro” de la teoría marxista y su afectación por la crisis del marxismo” en, Humanismo, marxismo y postmodernidad, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1998, pp. 244-261; pero le hemos realizado algunas reactualizaciones y readecuaciones propias.
(10) Imre Lakatos La metodología de los programas de investigación científica, Alianza Editorial, Madrid, 1983.

Dr. Orlando Cruz Capote, Investigador Auxiliar, Instituto de Filosofía, Cuba

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