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Cuba: coraje y valor

Algunas ideas sobre las razas por Orlando Licea Díaz


Un problema que, lamentablemente, ha causado daños a la causa común por la felicidad de los seres humanos todos, que aún tiene raíces y manifestaciones, y que puede estar en el origen de algunas posiciones equivocadas, es el de las razas. José Martí le dedicó tiempo, estudio especial y muchas reflexiones a este problema, que deberían estar en la cabecera de todos los blancos y de todos los negros, de todos los asiáticos y de todos los árabes, en fin, de todos los hombres dignos y responsables del planeta, de todos aquellos que por razón del color de la piel, riqueza material, poder, nacionalidad, género, edad, profesión o cualquier otra razón, se sientan inferiores o superiores al resto del género humano. Tomemos de base algunas reflexiones de Martí sobre el tema, publicadas en el Artículo “Mi Raza” (Patria el 16 de abril de 1893).

“Esa de racista está siendo una palabra confusa, y hay que ponerla en claro. El hombre no tiene ningún derecho especial porque pertenezca a una raza u otra: dígase hombre, y ya se dicen todos los derechos... Todo lo que divide a los hombres, todo lo que los especifica, aparta o acorrala, es un pecado contra la humanidad... El racista blanco, que le cree a su raza derechos superiores, ¿qué derecho tiene para quejarse del racista negro, que le vea también especialidad a su raza? El racista negro, que ve en la raza un carácter especial, ¿qué derecho tiene para quejarse del racista blanco?... La paz pide los derechos comunes de la naturaleza: los derechos diferenciales, contrarios a la naturaleza, son enemigos de la paz. El blanco que se aísla, aísla al negro. El negro que se aísla, provoca a aislarse al blanco... Hombre es más que mulato, más que blanco, más que negro. Cubano es más que mulato, más que blanco, más que negro... La afinidad de los caracteres es más poderosa entre los hombres que la afinidad del color... Los hombres de pompa e interés se irán de un lado, blancos o negros; y los hombres generosos y desinteresados se irán de otro. Los hombres verdaderos, negros o blancos, se tratarán con lealtad y ternura, por el gusto del mérito, y el orgullo de todo lo que honre a la tierra en que nacimos, negro o blanco. La palabra racista caerá de los labios de los negros que la usan hoy de buena fe, cuando entiendan que ella es el único argumento de apariencia válida, y de validez en hombres sinceros y asustadizos, para negar al negro la plenitud de sus derechos de hombre. De racistas serán igualmente culpables: el racista blanco y el racista negro. Muchos blancos se han olvidado ya de su color y muchos negros. Juntos trabajan, blancos y negros, por el cultivo de la mente, por la propagación de la virtud, por el triunfo del trabajo creador y de la caridad sublime... El mérito, la prueba patente y continua de cultura, y el comercio inexorable acabarán de unir a los hombres. En Cuba hay mucha grandeza, en negros y blancos.” (OC T2 Pág.298)
Resulta antinatural, dañino y pernicioso, -para el blanco, para el negro, para la sociedad y para la especie humana-, crear categorías basadas en el color de la piel o cualquier otra característica de mera apariencia. Imagínense una selección de equipos deportivos según el color del deportista, independiente de la calidad del jugador: un % de negros, otro % de mulatos, otro % de chinos, otro % de albinos, otro % de árabes etc. de acuerdo a la composición de la población total.

Lo mismo –acaso mucho más significativo aun, por la trascendencia y el daño potencial– ocurre en política, trabajo, o cualquier otra actividad social. Se puede perder un juego deportivo cualquiera por una mala selección de jugadores, y también se puede perder en justicia, productividad, eficacia y eficiencia, dicha y felicidad por la misma mala selección. El mérito, la cultura y el talento han de ser las únicas fuentes de diferenciación entre los hombres. Así todas las personas, negras, blancas, chinas, indias, árabes o mestizas se verían motivados a cultivar estos valores, que son los que realmente ensalzan y diferencian al ser humano, y no a perder tiempo y esfuerzo en acorralar y acorralarse. Aceptar la representación y diferenciación, en cualquier actividad, por la raza a que se pertenece, o cualquier otra característica biológica, es aceptar el racismo, es aceptar que el color de la piel divide a los hombres.

La biología como ciencia especializada, cuyos financiamientos muchas veces provienen de fuerzas dominantes, a las que gustaría y halagaría que se demostrase una diferencia esencial entre las razas, ha demostrado que el género humano pertenece a una sola. Así que, no sólo por justicia, sino también por razón científica, cualquier racismo es falso.
Cierto es que, en la historia del “desarrollo” de la vida por la especie humana, desarrollo que quizás sería más justo designar como del sufrimiento y de la muerte. Unas razas, y hasta podría decirse que una raza, se ha nutrido, -como vampiro horrendo-, de la sangre y la vitalidad de las otras. El problema no está en la raza, sino en la mente de vampiro. Lo que hay que erradicar en todas las razas es el vampirismo, que desnutre y enferma a la especie humana toda, (incluidos los vampiros), no vaya a ser que las razas que hoy dan la sangre, quieran alimentarse también de la sangre y el sudor de la que hoy les hace padecer, por no tener el mismo color, o el mismo sexo o las mismas riquezas. (En defensa del vampiro hay que decir que estos no consumen la sangre de sus congéneres.)

Estamos en una época decisiva de la historia humana en la que el racismo a nivel planetario cobra nuevos bríos, la mente de vampiro, disfrazada un tiempo de virtudes y derechos, vuelve a desnudarse. Se comienza a hablar de enfrentamiento de civilizaciones, del peligro árabe y musulmán, etc. Cobra nueva fuerza la guerra de sexos, y ha aparecido una nueva y misteriosa raza, que se parece más a un fantasma que a una realidad, la de los terroristas, cuando el principal terrorista es la mentalidad vampira y diabólica, que ha venido dominando hace demasiado tiempo ya la vida en el planeta. Se justifica y practica la tortura, aparecen campos de concentración para emigrantes y “terroristas” y ya tendremos ocasión de observar como se le agregan otras categorías. Se reniega activamente de la primera misión del estado, garantizar el bienestar de sus ciudadanos, o lo que es lo mismo, ya le es abiertamente indiferente a los vampiros, si la gente (horror, su misma gente, horror, su propia raza) tiene hambre, si tiene frío, si sufre, si enferma o si muere.

La barbarie no es futura, es ya presente. No nos ilusionemos, el problema es más serio de lo que comúnmente se piensa, a los vampiros les está sobrando sangre y trabajan activamente para hacer desaparecer un por ciento importante de sus víctimas. Y, sin embargo, la mente de vampiro, (o lo que es lo mismo, el afán de poder, de riquezas, de dominio, de control…) sigue pensando que tiene de su parte la razón, que sus acciones están justificadas. En cierto sentido podríamos afirmar con certeza que el primer y horrible acto de racismo, lo comete el vampiro racista contra sí mismo, al castrar, reprimir y combatir las mejores cualidades de nuestra especie, encerrándolas en algún oscuro rincón de su mente o de su alma, al convertirse a sí mismo en un mero instrumento de poder y dominio, de sufrimiento y muerte. ¡Y que existan aún seres que quieran ser vampiros! ¡Que se justifique el vampirismo! Aún a costa de convertirse en seres deformes, mutilados, enfermos de maldad y de egoísmo.

Por cierto que tenemos un concepto erróneo de lo que fue la barbarie. Entonces, los seres humanos eran menos vampiros y más humanos que hoy, pues eran seres naturales, regidos por las leyes de nuestra verdadera naturaleza, no enajenada. En nuestro obcecado afán de ser superiores, parece como si ellos también fuesen una raza diferente, cuando son nuestros hermanos, y acaso fueron mucho más felices que nosotros, aunque tuviesen una vida precaria en el sentido material. La alternativa Socialismo o Barbarie, podría se enunciada de esta otra manera, Socialismo o desaparición de nuestra especie, Socialismo o muerte.

Ayer oí decir, con horror, que el vampiro diabólico preferirá morir antes que aprender a alimentarse de miel, el verdadero alimento de la especie humana. Y que arrastrará en su muerte a toda la especie, que el apocalipsis es la alternativa actual del ser humano. (Pues la barbarie la estamos viviendo ya) Confiemos en que aún pueda aprender la cruel mente de vampiro, a rescatar el espíritu de nuestra raza, (espíritu de amor, de solidaridad, de desinterés, de nobleza y de esperanza) escondido en algún recóndito rincón de su cerebro, o de su alma.

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